"Será imposible cerrar las fronteras a las migraciones"

En su despacho apenas hay espacio para un solo papel más. Estanterías copadas de libros y montañas de trabajos y estudios, que Antonio Marquina, catedrático de Seguridad y Cooperación Internacional de la Universidad Complutense de Madrid, maneja con ordenada precisión, habitan en los poco más de ocho metros cuadrados que ocupa su centro de operaciones, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología.

No nos alejamos para comer. Un menú frugal en la cafetería de la misma facultad. El profesor, que dirige el área de Seguridad Humana de la Fundación Asia-Europa (ASEF), una red de 35 universidades de excelencia de los dos continentes, presentará poco después en la sede de la Comisión Europea en Madrid Perspectives on migration flows in Asia and Europe (Perspectivas sobre flujos migratorios en Asia y Europa). Es el tercer libro que publica con el organismo, del total de 108 obras en las que ha intervenido como autor, coautor o editor.

El profesor ha presentado un libro sobre los flujos migratorios

"Los Estados pueden establecer políticas estrictas para impedir las entradas de emigrantes, pero no solo va a ser policialmente imposible, sino políticamente y socialmente inadmisible", afirma Marquina. Antes de llegar a probar la ensalada, el profesor, exmiembro del Consejo Económico de la Defensa de Francia, se apresura a exponer la tesis del libro: "Aunque lo intenten, los países no podrán cerrar sus fronteras".

En el caso de Europa, advierte Marquina, el control de las migraciones corre a cargo de terceros países: "Marruecos es una vía de salida medianamente controlada, pero es complicado mantener esta política a largo plazo porque las posibilidades de chantaje son muy amplias". El ejemplo es Italia. "Gadafi era el que ayudaba a controlar las migraciones hacia Italia, por eso, en cuanto empezó la guerra en Libia, se levantó el control y miles de personas se lanzaron a la isla de Lampedusa", continúa el profesor.

El envejecimiento "galopante" de la población -"muy serio no solo en Europa, sino también en Asia"-, el aumento de refugiados políticos, la crisis económica y los efectos del cambio climático son, según el catedrático, los cuatro factores que obligarán a los Gobiernos a ceder irremediablemente ante los flujos migratorios.

"Los refugiados medioambientales van a tener un impacto muy fuerte", incide el profesor con especial énfasis. El aumento del nivel del mar, la desertización y la desaparición de tierras de cultivo por la creciente urbanización van a empujar el incremento de las migraciones, sobre todo en el norte de África, en el Mediterráneo oriental y en el sureste asiático. "Estas poblaciones se van a encontrar en una situación muy difícil de sostener si no hay profundas inversiones a largo plazo para frenar la escasez de agua", explica Marquina, sin incurrir en un tono catastrofista a pesar de las fatídicas previsiones. Y sin casi probar la tortilla de espárragos trigueros, que no corre mucha mejor suerte que el primer plato. "El problema es la toma de conciencia por parte de los países", lamenta Marquina, no porque desconozcan las dificultades a las que se enfrentan, sino por la exigencia de resolver "lo que les afecta a corto plazo". Y saben que la subida del nivel del mar no ocurrirá mañana.