El mundo selecto y poderoso de los mapas
Es algo más que un simple lujo. No solo la mesa isabelina de caoba sobre la que trabaja Carmen Liter, con balconcillo torneado y patas que imitan garras de animales, también ese espléndido mapa de 2,5 por 3 metros que cuelga a sus espaldas, un manuscrito sobre papel a plumilla, en tonos rosas, obra de Ambrosio Borsano, datada en 1687 y dedicada a Carlos II, en la que se muestra la división de Cataluña durante la época de los Austrias. "Confieso que no es muy cómodo sentarse en esta mesa, pero todo se perdona por la belleza", asegura Carmen Liter (Madrid, 1948), responsable del servicio de Cartografía de la Biblioteca Nacional, institución en la que lleva trabajando 30 años. Licenciada en Filosofía y Letras, Liter está al frente de una colección cartográfica, la más importante de España y una de las más reconocidas del mundo, que reúne 150.000 mapas en hoja suelta y más de 600.000 contenidos en atlas y obras especializadas.
"No me gusta posar, no sé posar, por eso me hice bibliotecaria". Nerviosa ante el fotógrafo, Carmen Liter se relaja y apasiona en cuanto desaparecen las cámaras. Y se mete en su mundo, un mundo de papeles, dibujos, líneas, divisiones, fronteras, globos terrestres, ciudades y países. Una de las grandes expertas cartográficas españolas, Liter resalta el poder y la fascinación de los mapas. "La cartografía siempre ha estado muy ligada al poder. Ha sido un instrumento de poder y de gobierno, controlando los territorios controlas la economía, la política, las fronteras. En las guerras, el dominio de la cartografía es un elemento fundamental para el éxito de las batallas. Los políticos siempre han sabido del poder de los mapas, de ahí su influencia en todas las épocas", explica Liter.
Los 300 años que cumple la Biblioteca Nacional le han servido a Liter para presumir, aún más si cabe, de las joyas que alberga la institución más antigua en España. Ha sido la ocasión para sacar a lucir, entre otras cosas, el primer mapa de España orlado con dibujos y personajes de 1610 o un plano de Madrid, elaborado por el italiano Antonio Marcelli hacia 1622, un globo terráqueo de Tomas López, el primer cartógrafo español, o un mapa de fuga de la II Guerra Mundial, estampado en seda y que tantas vidas salvó entre los pilotos británicos y muchos prisioneros.
Solo hay una cosa que echa de menos Liter, que es una mayor presencia de investigadores en ese mundo que tanto le fascina a ella. "La cartografía es un mundo muy selecto tanto para realizarlo como para estudiarlo", se disculpa.
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