Un hito en la judicatura
Atípico y arriesgado, valeroso y espectacular, mediático y contradictorio, Baltasar Garzón no solo ha sido un hito en el mundo de la judicatura sino que ha marcado la agenda política de este país durante los últimos 20 años. Acabó con la guerra sucia contra ETA antes de convertirse en el martillo de esa banda y desmanteló todas las organizaciones de su entorno. Se metió en política como número dos del PSOE en la lista de Madrid al Congreso y regresó desencantado y vindicativo: encarceló a toda la cúpula socialista de Interior, propició las condenas del ministro Barrionuevo y el secretario de Estado Rafael Vera e intentó el procesamiento de Felipe González. La detención en Londres del general Augusto Pinochet, en respuesta a una inverosímil orden de detención emitida por su juzgado y la persecución de las dictaduras de Chile y Argentina le dieron fama universal y consolidaron su prestigio en toda Iberoamérica. Pero en España acaparó el odio del franquismo residual al investigar los crímenes de la dictadura y se echó encima al PP al instruir el caso Gürtel. Aunque en el balance predominen las luces sobre las sombras, y su lucha contra el terrorismo y el crimen no tenga parangón con sus posibles errores, el proceso a Garzón por los jueces del Supremo no presagia otro final que el de privarle de su etiqueta de juez para colgarle la de delincuente.
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