El euro en la encrucijada
Estándar y pobre ha lanzado una bomba de racimo sobre la zona euro. Al hacer una rebaja masiva de rating y mantener la perspectiva negativa a la mayoría de países está poniendo en cuestión el futuro de la unión monetaria. Es solo una amenaza y la probabilidad de ese suceso sigue siendo muy baja, pero las consecuencias nos llevan a un escenario de altos costes económicos y sobre todo sociales, por lo que conviene no minusvalorar el evento.
Lamentablemente, mantiene la máxima calificación a Alemania y la interpretación de Merkel vuelve a ser equivocada: yo tengo razón. Es increíble que siendo Alemania el principal acreedor de los países que han deteriorado su probabilidad de impago no se vea afectada, pero qué vamos a esperar de una agencia que sigue diciendo que Reino Unido es un país con una probabilidad de impago aproximadamente del 0,000005%.
La interpretación de Merkel vuelve a ser equivocada: más austeridad
La realidad es que mientras los europeos seguimos obsesionados con la austeridad fiscal, despistados con las reformas estructurales y con medicación para una crisis de liquidez, la dinámica de la deuda cada vez es menos sostenible y el problema de solvencia aumenta. En 2013, si no hacemos nada para evitarlo, Grecia tendrá una deuda pública próxima al 200% del PIB, e Irlanda, Portugal e Italia por encima del 120%. Los tres países se han japonizado y la recesión de balance acabará reduciendo su potencial de crecimiento, haciendo la deuda insostenible. Un inversor internacional, cuando compra un bono europeo, duda si le devolverán el dinero en euros o en otra moneda local. De ahí la huida al dólar, al yen o al franco suizo.
¿Qué se puede hacer? Lo primero, resolver los problemas de solvencia. Grecia no puede pagar y la quita voluntaria es un camelo. Hay que someter al país a una reestructuración completa e involuntaria de la deuda y ponerlo de nuevo a crecer. Irlanda no puede pagar toda su deuda bancaria: cuanto antes se haga la quita antes se solucionará el problema. Son dos eventos traumáticos, pero si no se acometen urgentemente el contagio acabará haciendo insostenible la deuda italiana y entonces estaríamos ante un hecho sin muchos precedentes históricos.
Los países inmersos en el huracán financiero se tienen que desendeudar, por lo que su demanda interna no podrá crecer y tendrán que salir vía exportaciones. Esto implica que Europa debe pedir un tiempo muerto de austeridad y Alemania debe aprobar urgentemente planes de estímulo fiscal. El BCE debe dejarse de subastas y comprar bonos masivamente, como la Reserva Federal estadounidense, hasta que consiga estabilizar los mercados y combatir la deflación.
El pasado verano, EE UU perdió su AAA y flirteaba con la recesión. Obama leyó bien la partitura, aprobó un nuevo plan de infraestructuras y rebajó las cotizaciones sociales. ¿Qué ha sucedido? La economía crece al 3%, crea empleo, baja la tasa de paro, financia la deuda pública a tipos próximos a cero y el dólar se aprecia.
Hoover y Merkel comparten ideas y es probable que compartan un lugar en la historia como los gobernantes que metieron al mundo en depresión. Confiemos en la sentencia de Keynes: "Cuando piensas que va a suceder la inevitable, surge lo imprevisto".
es economista jefe de Intermoney y profesor de economía de la Universidad de Alcalá.
José Carlos Díez
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