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Reportaje:FÚTBOL | 19ª jornada de Liga

Toquero vuelve a los altares

El genial gol de tacón del ariete del Athletic despierta la idolatría de San Mamés

Andaba el Athletic enredado con el asunto del gol, tras dos partidos a cero, uno contra un segunda B, el Albacete, y otro con el Getafe, de Primera. Y todos lo achacaban a la ausencia de Llorente, el referente del gol en el equipo rojiblanco. Sin Llorente, parecía que el barco se hundía. De hecho, hasta algunos medios comenzaron a anunciar la posibilidad de que Aduriz, relegado en el Valencia, pudiera retornar a Bilbao. Todo suponía un descrédito para Toquero, un delantero con menos gol (21 tantos en 111 partidos de Liga y Copa) y muchísimo trabajo, un depredador de los pulmones contrarios, una mosca para los defensas rivales, pero sin gol. Y el jueves se cubrió de gloria. No solo marcó un tanto, el tercero del Athletic ante el Albacete, sino que lo hizo de una forma mayestática, de tacón, un taconazo elevado, con toda la intención del mundo para sortear a defensas y portero. Vamos, que no se la quitó de en medio. La puso ahí y el balón llegó a la red, con la mansedumbre con que llegan los grandes goles.

"Son situaciones que se te ocurren en el campo, en apenas décimas de segundo. Se me ocurrió darla de tacón y he tenido la suerte de que entrase. Luego he tenido otra más fácil y la he tirado fuera", afirmaba el jugador tras el partido como si quisiera restar mérito a su jugada. Bielsa iba por el lado contrario. En su dialéctica argentina reconocía su alegría por el gol de Toquero "porque él se merecía convertir. Por lo que aportó en estos partidos en que ocupó la posición de delantero [por la ausencia de Llorente] se merecía convertir".

Toquero, proveniente del fútbol de bronce, llegó al Athletic desde el Sestao, de Segunda B, en 2007, cuando Caparrós rebuscaba futbolistas en todos los equipos vizcaínos. El técnico sevillano dudó al principio porque pensó que su alopecia delataba una avanzada edad. Pero era un muchacho de 23 años al que se le había caído el pelo de forma temprana. Y lo fichó. Por sus orígenes de bronce, su fútbol boquiabierto, su aspecto de eterno agotado y su entrega a veces incluso exagerada, se convirtió en el ídolo local. Toquero, no obstante, fue capaz de sumar en la Copa ambas cualidades: la entrega y la sutileza. Y lo hizo tras sustituir al ídolo máximo, Fernando Llorente, que aún anda recuperando la forma perdida tras más de un mes de baja. Desde que taconeó el balón, solo se oyó su nombre en la grada de La Catedral. Y eso que Susaeta había marcado con sutileza un centro sutil de Muniain, que Herrera había hecho el segundo con un guante de seda y hierro en un difícil disparo y que el último en marcar, Mikel San José, había realizado un salto prodigioso para cabecear el cuarto gol. "Los goles de mis compañeros también han sido unos golazos", afirmaba el delantero alavés.

Todo era Toquero, el regreso del lehendakari de La Catedral y del apasionado de John Cena, otro ídolo de la lucha libre americana, que simula a un marine, y a quien Toquero rinde culto en sus goles imitando su gesto con los dedos cruzando sus ojos. Lógico que a un luchador nato le guste un luchador artístico. Ambos dan espectáculo, aunque el de Toquero es de verdad.

Toquero celebra su gol al Albacete.
Toquero celebra su gol al Albacete.A. ALDAI (EFE)
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