Las tribulaciones de Juan Zarandeado
Kubik Fabrik, nueva sala teatral instalada en una nave del distrito de Usera, tiene un aire berlinés o del Festival Off de Aviñón, y una programación sugerente y ecléctica. Büro, espectáculo con el que Fernando Sánchez-Cabezudo, director de la sala, y sus cómplices cierran la Trilogía del hombre moderno, empieza con un homenaje humorístico a 2001: Una odisea del espacio y acaba citando cómicamente las escenas más célebres de King Kong: el hombre contemporáneo, vienen a decirnos sus autores con desenfado, sigue moviéndose por impulsos atávicos. Pierre Bastard, su protagonista, símbolo del ser humano desbordado por sus circunstancias, es un sucesor de Arlecchino, peor humorado, o un Charlot que cambió el vagabundeo por un puesto de trabajo, y salió perdiendo.
BÜRO
Autores: Jorge, Alberto y Fernando Sánchez-Cabezudo y Julián Fuentes Reta. Escenografía: David Benítez. Intérpretes: F. Sánchez-Cabezudo y Diego Santos. Sala Kubik Fabrik.
Del 12 al 29 de enero.
Podría llamarse Juan Zarandeado en vez de Bastard, si no fuera porque los hermanos Sánchez-Cabezudo (Jorge, Alberto y Fernando) y Julián Fuentes Reta le colocan en una oficina siniestra de aire centroeuropeo y le hacen chapurrear lo poco que dice en un francés de pacotilla perfectamente inteligible. Metro cúbico, primera parte de la trilogía, nos mostraba al hombre de hoy en su cubículo, contento con tener donde caerse muerto. El gran atasco lo situaba al volante, atrapado en su intento de huida del mundanal ruido. Büro lo muestra encadenado a un trabajo alienante al que le cuesta una eternidad llegar.
Con humor ligero y amable inspirado en el de Jacques Tati y en el de los maestros del cine mudo, Sánchez-Cabezudo ofrece una visión en el fondo ulcerante del conflicto entre el hombre urbano y un entorno construido pensando casi exclusivamente en términos de beneficio económico: en el universo de Pierre Bastard, la felicidad es una quimera.
La acción transcurre en localizaciones variopintas que David Benítez materializa en un ingenioso escenario giratorio de tracción humana con paneles desplegables, sobre los que se proyectan filmaciones muy bien integradas en el conjunto. Los personajes recortables a escala 1:1, cuya aparición primera produce gran efecto, luego dan escaso juego: ilustrativos, no tienen la inanimada vida de los maniquíes de Kantor, por ejemplo. En Büro queda todavía no poco por pulir. Su tono humorístico exacto no se alcanza hasta el delirante y divertidísimo tramo final, protagonizado por un híbrido entre La Momia y el muñeco de Michelin, certeramente compuesto por la figurinista Nuria Martínez.
Quienes en su día se perdieran Metro cúbico (probablemente el espectáculo español más exportado en estos últimos años: desde 2007 se ha representado en 18 países) y El gran atasco, tienen ahora otra oportunidad: Kubik Fabrik ofrece la primera parte de la trilogía los sábados, en sesión doble con Büro, y la segunda los domingos.
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