Ciencia y competitividad

Desde que se separó de Educación, en aquel Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) creado por iniciativa del profesor y ministro Lora Tamayo, la ciencia ha ido saltando de un Ministerio a otro con distintas denominaciones (Universidades e Investigación, Ciencia y Tecnología, Innovación y Ciencia...) hasta desaparecer por completo del listado de ministerios diseñado por Rajoy. En el nuevo organigrama del Gobierno de España, la investigación y la ciencia en general estarán integradas en el Ministerio de Economía y Competitividad. Ni me parece justa ni creo adecuada la medida.

No me parece justa porque, como cualquier científico sabe muy bien, la ciencia no puede ni debe caracterizarse prioritariamente por su competitividad. Una cosa es que sea absolutamente imprescindible para que un país pueda ser competitivo y otra diferente que deba realizarse bajo parámetros de competencia. ¿Adónde iría a parar, si así fuera, la investigación básica que depara conocimientos, a priori, no utilizables pero que son la base de ulteriores desarrollos?

La investigación científica ha de gozar de la libertad de acción y de pensamiento que necesita la curiosidad y el afán por ampliar y profundizar en el conocimiento, pues, sin ella, no es posible cambiar los márgenes del saber previamente establecido. Libertad que unas veces da resultados positivos, capaces de procurar competitividad, y otras, quizá la mayoría, no. Pero esa es la esencia y la particularidad de las ciencias.

Además, como decía, no creo que sea una medida adecuada a los tiempos que corren porque considero que una ciencia desgajada de la educación siempre andará algo desorientada y una educación desligada de la ciencia, jamás podrá alcanzar la calidad requerida. Y así, ¿cómo queremos ser competitivos?

Por eso me temo que volvamos al denostado "que inventen ellos" unamuniano que tanto daño ha ocasionado a nuestro país durante tanto tiempo.