Plan para reforzar el euro
La Unión Europea en su conjunto, y especialmente la eurozona, se encuentra en la crisis más importante de su historia. Ya no se trata de vulnerabilidades de países concretos, sino de una crisis generalizada en la que -en mayor o menor medida- se han visto envueltos todos los miembros de la Unión Monetaria. Se trata, por tanto, de una duda sobre el propio proyecto de unión monetaria, no sobre la permanencia de países concretos, y, por tanto, la respuesta a este desafío debe ser una combinación de políticas a nivel europeo y nacional.
Los Consejos Europeos que se han celebrado a lo largo de la crisis han realizado importantes avances, tanto en materia de coordinación de políticas económicas como de creación de instrumentos europeos de respuesta a la misma, el más notable de los cuales es el Fondo Europeo para la Estabilización Financiera. Sin embargo, estos esfuerzos precisan de otros mayores que permitan a los mercados recuperar la confianza.
El euro necesita una nueva estructura de gobernanza que devuelva la confianza en Europa
Hay que vigilar más los desequilibrios e instaurar un proceso automático de toma de decisiones
La realidad práctica es que solo la intervención del Banco Central Europeo (BCE) ha actuado como principal medio eficaz para frenar la amenaza de descomposición de la zona euro, y que ninguna de las medidas puestas en marcha por los Consejos Europeos ha tenido un resultado comparable a la intervención del BCE. En este sentido, cabe recordar que desde mayo de 2010, cuando el BCE puso en marcha el programa de deuda pública en los mercados secundarios, ha comprado deuda pública por un valor superior a los 170.000 millones de euros, de los cuales 100.000 millones han sido adquiridos en los últimos meses.
Estamos, por tanto, en una situación realmente complicada. El contexto económico y político en el que se encuentra la zona euro es de crisis, agravada por los problemas de la deuda soberana. Una situación que se explica por el deterioro de algunas de las economías más destacadas, el empeoramiento de las perspectivas económicas para el conjunto de la economía europea y la dificultad para restablecer la confianza en la eurozona.
Es por ello por lo que se deben reforzar los mecanismos de cohesión para que se reconstituya la credibilidad de la deuda pública europea.
Los representantes del mundo empresarial europeo manifestamos recientemente, en este sentido, la necesidad de usar todos los medios a corto plazo para apoyar el euro. Y básicamente tenemos dos instrumentos: el Fondo Europeo de Estabilización Financiera y la compra de deuda por parte del BCE en mercados secundarios. Ambos deben ser utilizados con la mayor amplitud posible.
El Fondo de Estabilización Financiera debería apoyar de manera incondicional a los Estados miembros que sufran problemas de liquidez hasta que el Mecanismo Europeo de Estabilidad se convierta en un Fondo Monetario Europeo, políticamente independiente y abierto a los 27 Estados miembros de la Unión Europea; pero aún está muy lejos de tener el volumen de recursos y la flexibilidad necesaria para poder actuar eficientemente.
Esto deja al Banco Central Europeo como el instrumento más eficaz para mantener cohesionada la zona euro y su uso continuará siendo imprescindible hasta la normalización de la situación financiera. El BCE debería continuar apoyando la estabilidad monetaria y financiera suministrando liquidez al sector bancario, así como participando en los mercados de deuda soberana en la medida que sea necesario para estabilizar la moneda europea y por tiempo limitado. Un apoyo que debería estar estrictamente condicionado a que los Estados miembros emprendan de manera simultánea mayores reformas estructurales y una consolidación fiscal para que, a largo plazo, el euro disponga de una nueva estructura de gobernanza para permitir restaurar la confianza y credibilidad en la Unión Monetaria.
Una nueva estructura que conformaría el segundo bloque de actuaciones a nivel comunitario, dirigido a reforzar los instrumentos de gobernanza. Hasta ahora, los ejercicios de coordinación de políticas económicas y de control del déficit excesivo han tenido un éxito relativo. En materia de política fiscal, sí se han conseguido ciertos avances en la supervisión de los déficits públicos, y prueba de ello son los distintos paquetes de ajuste presupuestario que están ejecutando los distintos Estados miembros.
Pero ahora es preciso mejorar la prevención, realizar una mayor vigilancia de los desequilibrios fiscales y macroeconómicos, así como instaurar un proceso más automático de toma de decisiones en el Consejo para la adopción de recomendaciones específicas por país de la Comunidad Europea.
Es momento de liderazgo en Europa. A pesar de la incertidumbre, los empresarios continuamos haciendo todos los esfuerzos posibles para apoyar el empleo y la inversión. Pero también es momento de que los máximos representantes políticos de la Unión y sus Estados miembros adopten con celeridad las decisiones que se requieren para fortalecer el euro. Porque Europa solo estará en condiciones de volver a la senda del crecimiento y la creación de empleo con un euro fuerte.
Juan Rosell Lastortras es presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE).
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