Grandes pijas dela cocina navideña

Hay dos épocas del año en las que es imprescindible mirar las revistas del corazón. Una es el verano, para sentirse mejor viendo las lorzas playeras de los famosos. La otra es Navidad, cuando estos mismos famosos vuelven a hacer el ridículo al felicitarnos las fiestas vestidos de cotillón con copa de cava en ristre.

Por desviación profesional, mis reportajes favoritos de estos días son esos en los que gente por lo general absurda te cuenta qué va a cocinar para sus banquetes. Y si ya abren sus casas y te enseñan in situ los platos, las cuberterías y los floripondios que ponen en la mesa, el gozo alcanza en mí niveles preorgásmicos. Imagino que todo es más falso que la falsa monea, y que en realidad la vajilla la ponen los estilistas de la revista convenientemente untados por la marca que la produce. Me da igual: me fascinan esas puestas en escena cursis, irreales, rígidas y viejunas, tan ajenas a cualquier deleite gastronómico verdadero.

Si la dejan sola, las galletas de chocolate le "salen saladas"

Mi top 1 en este terreno es una comida de amigas en casa de Elena Benarroch que publicó ¡Hola! hace unos años. Todo lo que tomaron fue superligero y superfemenino, aunque lo importante de verdad era mostrarlas estáticas en el tiempo. Mi fantasía es que en aquel reportaje Isabel Preysler, Marisa Paredes o la propia peletera aparecían medio siglo más jóvenes por las vitaminas y nutrientes ingeridos, y no porque la revista fundiera en ellas varias licencias de uso del Photoshop.

En 2011, el premio se lo vuelve a llevar ¡Hola! con una historia sobre Genoveva Casanova cocinando un menú navideño en Le Cordon Bleu Madrid. La publicación se casca una promoción de la escuela de cocina con "la bella mexicana" -a veces es difícil definir a alguien por su profesión- que me ha dejado turulato. La ex de Cayetano hace escalofriantes revelaciones, como que está aprendiendo a preparar comida india porque sigue "una dieta ayurvédica". Pero lo mejor es que reconoce que no tiene ni idea de guisar, y que si la dejan sola, las galletas de chocolate le "salen saladas". La periodista le pregunta qué pinta entonces allí, y ella contesta que a la escuela "le parecía divertido invitar a una catástrofe de la cocina". Me rindo ante la astucia de Le Cordon Bleu al "invitar" a una zote culinaria con el perfil de Casanova: ¿qué mejor reclamo para las miles de pijas que no saben ni freír un huevo y que cuentan con dinero y tiempo libre para pagar sus cursos?

Genoveva Casanova, una inútil confesa en la cocina. / eduardo parra (getty images)