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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Breve atlas del comportamiento humano

Mientras traducen su novela The sense of an ending, la reflexión sobre la vejez con la que el impagable Barnes ha ganado el Booker Prize guiñándole un ojo al mítico libro de Kermode, y que Anagrama publicará en otoño de 2012, disfrutemos de Pulso, su nuevo volumen de relatos, el tercero después de Al otro lado del canal (1996) y La mesa limón (2004), y sin duda el mejor. Hay verdaderas perlas en su primera recopilación, 'Interferencia', por ejemplo, y cuentos como 'Una breve historia de la peluquería', 'Apetito' o 'La jaula para frutas' convierten La mesa limón en un volumen extraordinario, si bien el carácter monográfico de ambas colecciones de relatos -10 historias franco-británicas y 11 asedios a la senectud y la muerte, respectivamente- les quita alicientes que la coherencia interna que les confiere tal vez no compense.

Pulso / Pulsacions

Julian Barnes

Traducción de Mauricio Bach /

Alexandre Gombau i Arnau

Anagrama / Angle. Barcelona, 2011

264 / 272 páginas. 17,90 / 18,50 euros

'En la cama con John Updike' es el perverso instrumento quirúrgico con el que el irónico Barnes satiriza el mundillo literario -la vanidad non stop de los autores, la tacañería de los editores y otros mitos editoriales...- valiéndose de Alice y Jane, dos maduras escritoras que compiten entre sí pero comparten tours promocionales, que los más perspicaces quieren confundir à clef con A. S. Byatt y su hermana y que recuerdan a Merrill y Janice, aquellas ancianitas coquetas y sumamente chismosas del relato 'La de cosas que sabes' de La mesa limón. Jane había estado a punto de ganar precisamente el Booker Prize con El sendero de las prímulas, "y al final había perdido con un modernillo de las antípodas". Viejas glorias que literaturizan sus vidas, y Alice pensando ¡que me quiten lo bailado, tal vez no seré como Jane (Austen), pero al menos tuve con Updike mis momentos de gloria! 'Viento del este' -donde más se acerca Barnes al estilo de Dan Kavanagh, su heterónimo para la novela negra- abre el volumen con una poderosa historia humana de soledad y sufrimiento que el agente (inmobiliario) Vernon descubre por su relación con una inmigrante alemana del este en un pueblecito costero de Lincolnshire. En la fiesta teatral que conforman los relatos 'En casa de Phil y Joanna 1: 60/40', 'En casa de Phil y Joanna 2: Mermelada', 'En casa de Phil y Joanna 3: Mirad, sin manos' y 'En casa de Phil y Joanna 4: Uno de cada cinco' no se escucha el chill out porque suben de tono las conversaciones de la british middle class sobre cocina (lengua de ternera o lengua viperina), guerra de sexos ("su idea del sufrimiento es cuando una mujer no les corresponde con sexo a una invitación a cenar"), política internacional, juegos de palabras, banalidades trascendentes, amor, etcétera. El universo artístico del autor de Una historia del mundo en diez capítulos y medio en estado puro: lo escatológico vulgar y lo exquisito erudito unidos en feliz matrimonio; del sexo considerado como imperativo categórico y de Francia como tema de sobremesa en Inglaterra; mucha metafísica de los tubos, muchos diálogos de sit com (muy buenos, un melting pot de críquet, mermeladas de zarzamoras, amenazas de Al Qaeda, a-ver-quién-la-tiene-más-larga, cuchufletas de Gentlemen's Club y conversaciones joycianas), mucha jerga y mucha juerga. Magnífico, 'Pulso' parece querer radiografiar la relación paterno-filial desde la perspectiva de Holden Caulfield en El guardián entre el centeno, con apóstrofes de complicidad con el lector, conflictos generacionales, 50% de sarcasmo y 50% de cariño, y todo eso con nuera cizañera de regalo y un simbólico problema olfativo. 'Las líneas del matrimonio' no es sino una hermosa elegía a la esposa difunta a través de recuerdos resucitados entre petreles volando por un cielo gris, en un viaje baldío a la isla de la felicidad conyugal en la que quedó persuadido de que el dolor no puede aplacarse. 'El universo del jardinero' dibuja con especial esmero las líneas que trazan este breve atlas de comportamiento humano, en especial los conflictos de pareja que Barnes exploró en Hablando del asunto (1991). 'Carcasona' o 'Armonía' contribuyen, a su vez, a ese endemoniado arte de la papiroflexia con la historia que el autor exhibió en El loro de Flaubert (1984), a la vez que remiten a los cinco sentidos, como los otros tres relatos de la segunda parte del volumen, convertida en una Sinfonía Sensorial de la Decadencia. Y el caso es que sobre la noche triste del envejecimiento humano lanzan estos relatos prodigiosos fuegos de artificio que la iluminan durante un tiempo con la luz del amor: brillante, señor Barnes, sigue siendo usted el perfeccionista en la cocina narrativa.

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