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Entrevista:EXTRAÑOS EN LA GRADA | MANUEL BORJA-VILLEL | FUERA DE JUEGO

"Me gusta ir al campo por el ritual colectivo"

Elsa Fernández-Santos

Hay aficiones al fútbol que nacen tarde y casi por necesidad. Es el caso de Manuel Borja-Villel (Burriana, Castellón; 1957), director desde 2008 del Centro de Arte Reina Sofía, uno de esos futboleros tardíos que ha pasado del desprecio más absoluto por el balompié a reprimir la euforia que le provocan los triunfos de su equipo, el Barcelona.

"Mi padre era del Valencia y superfutbolero", recuerda, "pero yo no solo no lo era, sino que me molestaba. El fútbol me producía mucho rechazo. Luego, cuando me fui a vivir a Estados Unidos, me gustó aún menos. Allí, el deporte, en general, me resultaba terriblemente aburrido. Hasta que volví en los años noventa a Barcelona. Mi hijo tenía entonces seis o siete años y pasaba por una etapa un poco complicada. Me recomendaron llevarle al fútbol y así empezamos a ir juntos al campo en plena etapa del dream team de Johan Cruyff. Nos aficionamos tanto que yo me hice del Barça y él se volvió un forofo total del Madrid. Vamos, eso que se llama matar al padre".

"Cruyff construía sus estrategias a partir de la inmediatez de lo evidente"

Desde que vive en Madrid, ha ido al Bernabéu, con su hijo, y al Calderón, invitado por un amigo: "Me gusta ir al campo. Me atrae el ritual colectivo, que, cuando está bien llevado, resulta importante. Hay algo en todo el conjunto que es muy interesante. Pero reconozco que también es incómodo porque en el campo soy un marciano, de esos que se despistan y se pierden las jugadas".

El director del centro de arte que alberga el Guernica, que llegó a Madrid después de dirigir el MACBA (Museo de Arte Contemporáneo) y la fundación Tapies en Barcelona, sigue a veces los partidos "indirectos" en su despacho y con el ordenador. "Si estoy en una inauguración, me escapo para ver cómo van los resultados", confiesa. En los años que lleva en el Reina Sofía solo le constan las visitas al mismo de Manuel Pellegrini, exentrenador del Madrid, y de Jorge Valdano, exdirector deportivo del club: "Me gustaba Pellegrini. Venía mucho. Era un hombre bastante culto. Me gustaba como entrenador y también como persona".

Le ha tocado vivir en Madrid en uno de las épocas más tensas e intensas de la eterna rivalidad Barça-Madrid. Quizá por eso a Borja-Villel le gusta ver los partidos en bares y solo, aunque no le quede más remedio que tragarse (un poco por supervivencia y otro poco por decoro) las expresiones de triunfo. "Disfruto de los partidos callado", explica. El último clásico lo vivió, recién llegado de la Bienal de Arte de Lyon, en una casa en lo que tan solo había madridistas: "Llevé una botella de champán buenísimo que, al final, me tuve que beber yo solo".

Asegura que es del Barça "porque no podría ser de otro modo". El equipo que dirigía Cruyff le acabó inoculando el veneno. "¡Es que jugaba muy bien! Y Cruyff me gusta mucho como figura, como personaje. Dicen que habla el holandés de manera tan extraña como habla el español. Me gusta mucho. Para mí, es el Donald Judd del fútbol. Construía sus estrategias a partir de la inmediatez de lo evidente", añade comparándole con el minimalista estadounidense, precisamente uno de los artistas que desde hace un mes ocupan el tercer tramo de la colección del museo, la que va de las revueltas de los años sesenta al posmodernismo de los ochenta.

Volviendo al césped, del Barça de hoy aprecia el que sea un equipo "a contracorriente": "Es un grupo sin grandes atletas ni grandes presupuestos, alejado de ese fútbol que caricaturiza el derroche económico y lo que ha ocurrido en nuestra sociedad. El Madrid ha logrado un equipo casi perfecto. Pero, como leí hace poco, estamos asistiendo al Amadeus del deporte, a la relación entre Salieri y Mozart". La comparación con la película de Milos Forman que recrea la dramática rivalidad entre el joven Wolfgang Amadeus Mozart y Antonio Salieri no es el único símil cinematográfico del que echa mano: "Para mí, Messi es un poco como Al Pacino, que nunca tuvo aire de estrella, sino de antihéroe; sin un físico portentoso, pero que acabó por encima de todos".

TOMÁS ONDARRA

La película de Zidane

El fútbol, al contrario que el béisbol o el atletismo, no ha inspirado excesivamente al arte moderno. "Mientras los toros son un clásico en el arte de vanguardia, el fútbol casi no aparece en el arte moderno". Borja-Villel recuerda, eso sí, la película Zidane a 21st Century Portrait, dirigida por Douglas Gordon y Philippe Parreno, y que seguía sin respiro cada segundo del francés los 90 minutos de un partido.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’
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