Monstruos y riqueza de color
Una exposición recorre en Sevilla la evolución de la pintura de Juan Romero
Adentrarse en la pintura de Juan Romero (Sevilla, 1932) supone recorrer un camino que avanza con los años hacia una explosión colorista. Hay una evolución en la que se pasa de unos seres a los que el pintor denomina "monstruos" a un territorio que parece dominado por la fantasía más vitalista. Hay desde sus inicios pasión por la figuración en su pintura y un peso intenso de lo barroco. En su juventud, esto se traduce en la tensión y extremosidad de seres marcados por el feísmo en unos ámbitos donde domina el color gris. En su madurez, se resuelve en una exuberancia de color, pequeñas figuras y objetos que pueblan todo el lienzo.
Una buena ocasión para conocer la trayectoria de este artista es la exposición Demiurgo de realidades maravillosas. 1950-2011. La muestra, que está abierta en la Casa de la Provincia (plaza del Triunfo, 1), en Sevilla, hasta el 22 de enero, reúne medio centenar de pinturas, 13 dibujos, una escultura e incluso una portada de cómic y una historieta. Es la primera muestra retrospectiva de su obra desde la celebrada en 1981 en los Reales Alcázares de Sevilla.
Desde sus primeras obras queda patente una tendencia hacia el expresionismo. "Llegar a París fue como abrir una ventana, respirar aire fresco... Empezó la influencia de Dubuffet, del que me interesaban sus cuadros grises. Yo me limitaba a blanco, negro y gris. Dubuffet me descubría a los monstruos. Yo era un extranjero en París. A las señoras que veía en el metro las veía como monstruos", afirma el artista. Los trazos envueltos en una atmósfera oscura de estos seres de una fealdad extrema pueblan sus lienzos de juventud. Son cuadros fechados hasta 1960. "Los monstruos fueron una liberación plástica. Pero no tienen que ver con un estado de ánimo. Son inquietudes plásticas. Era una persona feliz cuando los pinté", dice Romero.
"A partir de 1961 el gris desaparece. Del gris paso a la luminosidad del color", explica el pintor. Según pasan los años, el color se multiplica. Un cuadro como Al circo (2009-2011) es una inyección de optimismo que se materializa en una explosión cromática. Lo ocupan personajes, animales y objetos que trazan la atmósfera del circo. Los cuadros de la última década están marcados por esa riqueza de color.
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