_
_
_
_
Reportaje:PROPUESTAS

Un palco en el balcón

Una original intervención de Carlos Arroyo se une a la ruta del Museo del Romanticismo

En Madrid, los visitantes del más que recomendable, y recién restaurado, Museo del Romanticismo (San Mateo, 13) harán bien en fijarse en un edificio azul brillante en el número 3 de la adyacente travesía de San Mateo. Es una original intervención urbana en el centro histórico de Carlos Arroyo (www.carlosarroyo.net), arquitecto y lingüista conocido por sus hogares hechos por y para el amor (Casa del Amor, 2001-2003), sus propuestas de hoteles de ocupación temporal en forma de refugio sostenible (Kitesurfhotel, 2005) o sus ensayos de aseos públicos versión low-tech rural (Enviroloo, 2007).

Los centros históricos de las ciudades suelen estar muy controlados a través de diferentes normativas que restringen las actuaciones. Carlos Arroyo se ha enfrentado a esas limitaciones y dice que "han llegado a resultar hasta divertidas". "Porque debíamos, y queríamos, respetar la manera de componer una fachada en el centro histórico de Madrid, realizada a partir de un despiece que imita sillares de piedra", comenta. "Esto es obligatorio, incluso tratándose de una ampliación, como es el caso de las dos últimas plantas. Así que cogimos el despiece que había en la planta baja, un local que sí se conservaba, y lo repetimos. Es lo que en normativa designan como respeto ambiental. Intervenimos también en el alero, que no estaba protegido y con el tiempo había llegado a deteriorarse mucho. Se nos ocurrió rematar el edificio con un metal troquelado a partir de una revisión hecha con un patrón de encaje de bolillos cortado con láser".

Más información
Buenos días, Malasaña

Para la fachada, Arroyo ha recuperado un azul típico del barroco y habitual en esta zona durante siglos. "El revoco de cal a la madrileña es de origen barroco y es un intento de hacer más noble un edificio", dice. "Forma una ilusión, una gran escenografía. El color es original y típico de Madrid. Hicimos una investigación y descubrimos colores maravillosos".

Las sillas del balcón son otro elemento llamativo. El arquitecto las llama "baransillas" y explica que ha intentado una recuperación de ese espacio entre lo público y lo privado, entre el hogar y la calle, que es el balcón, tan habitual en Madrid. A Isabel de Farnesio, cuando llegó en el siglo XVIII, le impresionaron mucho los balcones. "A Alejandro Dumas esos lugares exteriores a los que solo se accede desde la casa también le interesaron", dice. "Quisimos radicalizar esa posición a través de las sillas. Como son muebles, no suponen un problema con la normativa, se pueden quitar y poner. Y sentarte ahí y ver pasar a la gente es una experiencia alucinante".

Carlos Arroyo, delante de su proyecto, con las <i>baransillas</i> en los balcones.
Carlos Arroyo, delante de su proyecto, con las baransillas en los balcones.ULY MARTÍN

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_