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Columna
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Con las espadas en alto

Con una perspectiva de 34 años desde la fundación de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), no son los momentos más complicados de su historia. La dimisión de Vicente Iborra a finales de 1985 tuvo graves consecuencias internas y cristalizó en la elección de Pedro Agramunt para reemplazarle. Años después, Agramunt pasó a la primera línea política al ocupar la presidencia autonómica del Partido Popular tras la cumbre de Orihuela (1989). En 1996 la dimisión de Luis Espinosa, secretario e inspirador de la CEV, marcó un nuevo hito traumático en la organización. Llegó precedido de un escándalo ligado a los cursos de formación. En 1997 la caída de la nueva secretaria, Pilar Briones, y la de su presidente José María Jiménez de Laiglesia supuso un nuevo descalabro para la CEV.

Con estos antecedentes la CEV afronta la elección de su nuevo presidente, tras el paso de José Vicente González a la presidencia de Cierval (Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana) y con un candidato por parte de la Federación del Transporte, Salvador Navarro que, a su vez, ocupa en la actualidad la presidencia de la Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa Valenciana (Cepymev). Sin embargo, la Federación Valenciana de Empresarios de la Construcción (Fevec), ha presentado a última hora otro candidato, Juan Manuel Real, vicepresidente de Cepymev.

En este tiempo de tensiones internas en las organizaciones empresariales, la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) de acuerdo con la Generalitat, ha situado a su expresidente, Francisco Pons Alcoy, en la vicepresidencia de Bankia, para sustituir a José Luis Olivas, que ya salió del Banco de Valencia.

Los valencianos han perdido en un año casi todas las entidades financieras, privadas y públicas, de que disponían. Bancaixa -heredera de la Caja de Ahorros de Valencia- tenía más de 100 años de vida, junto con el Banco de Valencia. La historia de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) es más reciente, aunque provenía de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, fusionada con otras entidades. La CAM, después de resistirse durante décadas a la fusión con Bancaixa, ha terminado en un proceso lamentable para ser adjudicada al Banco Sabadell, con sede en Cataluña.

Las cinco Cámaras de Comercio y su cúpula, el Consejo de Cámaras de Comercio de la Comunidad Valenciana, han de encarar su futuro. La Cámara de Comercio más saneada, la de Valencia, ha iniciado un proceso de reducción de plantilla, aunque todo hace pensar que habrá más novedades en 2012. Las Cámaras de Comercio tienen que refundarse al perder su financiación mediante cuotas aseguradas, así como sus asociados. Su replanteamiento en las actuales circunstancias de crisis económica aguda es un objetivo que únicamente puede llevarse a cabo a partir de la colaboración y la entente de Cámaras y patronales hacia la complementariedad. Los empresarios y la sociedad solo entenderán la sinergia entre Cámaras y organizaciones empresariales. Cualquier otro escenario será suicida para las entidades empresariales, siempre que la autoridad tutelante, la Generalitat, lo consienta.

Los empresarios valencianos, asediados por la crisis en casi todos los sectores, habrán de recurrir a soluciones rápidas, operativas, creativas, imaginativas, innovadoras y, si es necesario, atípicas. Por los caminos trillados de siempre, la actividad económica en la Comunidad Valenciana no podrá repuntar ni salir del círculo vicioso entre crisis, austeridad, ajustes, recortes, despidos, desempleo, caída del consumo y colapso de la inversión. Por esa vía se va a la recesión.

Únicamente cabe la formalización de acciones conjuntas de colaboración, con el establecimiento de alianzas entre las oportunidades de negocio de nuestro territorio con el resto de España, de Europa y del mundo, para abrir nuestras posibilidades hacia donde haya recursos y actividad económica productiva y continuada.

El corredor mediterráneo se vislumbra como un trazado ferroviario para mercancías, cuando lo más importante es el intercambio de intereses de negocios en todo el arco mediterráneo. Si no existe una red intensa de flujos comerciales y de negocio, la eurorregión mediterránea -de la Comunidad Valenciana a Estambul- será de nuevo un fracaso. Probablemente no llegará a ser una realidad, desplazado por otros ejes de comunicación más competitivos. Estas alternativas absorberán los recursos y las oportunidades, que no habremos sido capaces de afianzar desde la visión clarividente de unos cambios que están transformando el mundo de los negocios. Tres per al sac, i el sac en terra.

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