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Entrevista:CAROLINE WOLFF METTERNICH | LOS QUE CONSTRUYEN EUROPA

"Ser rico es un trabajo. Si no heredas, cuesta"

Metternich. El nombre evoca Antiguo Régimen, imperios, Napoleón, cantos de cisne del absolutismo, intentos de reordenación europea... de una manera muy distinta a la que hoy vivimos. "Estoy indirectamente relacionada con aquel Metternich. Pero no le doy muchas vueltas", dice Caroline Wolff Metternich, como excusándose. "Mi hermano es un libro vivo de historia". Lo suyo, instintivamente, es el arte y ahora ser madre de mellizos de seis meses, dos hermanos para otra cría a punto de cumplir los cinco.

En torno a Wolff Metternich confluyen diversas naciones europeas: tiene sangre germano-rumana (padre y madre, respectivamente), su hija mayor es germano-noruega (por un primer matrimonio) y los mellizos aportan la nota exótica de un padre argentino, diplomático, con el que se ennovió en Ronda. La familia materna, aristocracia terrateniente, huyó con lo puesto de la Rumanía de Ceausescu en 1969 vía París para acabar en Alemania, en cuya Múnich nació Caroline hace, y tiene que calcularlo, 29 años.

La decoradora puso brillo a la boda de la primogénita de Bernard Arnault

Vivió también en el Tirol austriaco, de donde llegó a Bélgica en 2002 para estudiar en el Instituto Superior de Pintura Van der Kelen, singular por su enseñanza de pintura decorativa y trampantojos. Pronto encontró trabajo junto a Guendalina Litta Modignani, palabras mayores en el mundo de la decoración en el universo del superlujo.

En la mesa del salón tiene una revista con un despliegue floral preparado para un hotel de cinco estrellas que le traslada a uno al siglo XVIII. "Me encantaba el trabajo. Organizamos fiestas por toda Europa para clientes de la jet set: España, Francia, Suiza, Italia, Grecia, Alemania". Los clientes quedan protegidos por la confidencialidad, aunque como ya se hizo público en su día ellas pusieron brillo a la boda de Delphine Arnault, la primogénita de Bernard Arnault, el señor de Louis Vuitton, en la recepción celebrada en el bordelés Château d'Yquem.

"Es gente que tiene tanto dinero que ya no se les puede sorprender con nada; la sorpresa es organizar una fiesta muy agradable", revela a quienes viven en un mundo real. "Ser rico es un trabajo. Algunos han heredado, pero otros han creado y eso cuesta mucho".

"Es muy motivador trabajar para ricos. Pueden pagar y buscan la perfección". En esta Europa de la austeridad y el desconcierto pintan bastos para las ostentaciones de lujo y a Wolff Metternich se le ve el gen: "Deberían ocultar que tienen tanto dinero y dejar de organizar fiestas así. La gente puede sublevarse. Puede ser peligroso. Ya lo estamos viendo en Grecia".

Ella ha visto a la superjet de cerca, pero sin dejar de tener los pies en la tierra. De la UE valora la moneda única y la libre circulación -"antes mi madre tenía que pedir visado para viajar de Austria a Rumanía", dice- y lamenta las trabas burocráticas para el reconocimiento de títulos académicos.

Anclada por sus tres críos, ha dejado la decoración por un estudio de arquitectura en el que trabaja de secretaria personal a tiempo parcial de alguien a quien no identifica. "En Bruselas es muy fácil encontrar trabajo si sabes idiomas", dice. En su caso, alemán, francés, inglés, algo de español y rudimentos de rumano.

La decoradora alemana lamenta las trabas para convalidar títulos en Europa.
La decoradora alemana lamenta las trabas para convalidar títulos en Europa.THIERRY MONASSE

Caroline Metternich

- Nacionalidad: alemana.

- Residencia: Bruselas, desde hace nueve años.

- Edad: 29 años.

- Profesión: decoradora.

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