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Columna
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Felicitaciones a Feijóo

Mis felicitaciones por adelantado al señor Feijóo y a su partido por la victoria electoral en las próximas elecciones autonómicas. Es cierto que va a tener que tragar mucha quina y que va a tener que contemplar, con la indiferencia de un mandarín, cómo el AVE se alarga -si llega- hasta el año de las quimbambas, cómo la financiación autonómica reclamada a Zapatero tampoco será devengada por Rajoy y cómo Novagalicia Banco será engullido por el Santander, el BBVA o la Caixa. Es decir que, en definitiva, de lo dicho, nada. Tampoco la recesión, la bajada de los salarios, los recortes de los servicios públicos y, en fin, el aumento del paro en la era Rajoy ayudarán a mejorar su prestigio.

PSdeG y BNG no son creativos, ni ocurrentes, ni simpáticos. No crean cultura. No hay proyecto

Pero aun así, sería un milagro que el PP perdiese las elecciones. La razón fundamental no soplo tiene que ver con la crisis. Desde mediados de los noventa, los conservadores han ganado el alma de las clases medias urbanas en toda España exceptuando allí donde tiene competencia identitaria -en Cataluña y Euskadi- y, al parecer, también de las gallegas. En estos momentos el PP es el partido "moderno". Incluso en Galicia. Y enfrente no hay nada. Bueno, sí: hay otros dos, el PSdeG y el BNG desconcertados y avejentados. Mirando los dos, cual estatuas de sal, a su propio pasado. Los unos suspiran por los buenos tiempos de Felipe, los otros por los de Beiras. Todo se les va en duelos y melancolías.

Si en Galicia hubiese sangre en las venas de progresistas y nacionalistas -cosa que es de dudar- tal vez tendrían que intentar algún tipo de coalición a la que fuese posible incorporar a los nacionalistas de centro dispersos, a EU y Equo, y a todos aquellos independientes que juzgan que no puede ser bueno para el país ya no sólo la victoria del PP, sino por goleada y sin oposición. Recuérdese, por si alguien lo había olvidado, que Galicia había ido virando lentamente hacia la izquierda, al contrario que Madrid, Valencia o Andalucía.

No es la demanda social: es la oferta la que falla. Quien no lo vea no tiene ojos en la cara. Si se da una regresión a la derecha es también porque PSdeG y BNG son incapaces de hacer política elevada: de crear un horizonte de sentido. No son creativos, ni ocurrentes, ni simpáticos. No combaten por las mentes. No crean cultura. No hay proyecto. Todo son fintas de aparatos que se visten de lagarteranas para perdurar. El PSdeG baja revuelto. Que si Pachi Vázquez sí o no. Lo mismo el BNG, sólo que aquí media organización está deseando tomar las de Villadiego. Hablan un lenguaje de madera que nadie entiende. ¿Alguna vez tendrán valor para entender que son zombis? Muertos que parecen vivos, se mueven y hablan pero ya solo son obstáculos en el camino.

Llamémosle "Acuerdo por Galicia", "Carballo" o algún otro nombre venerable. Pero, si no existe una opción que movilice la abstención de las izquierdas, de los nacionalistas, le dé expresión a ciertas corrientes de centro galleguista, favorezca la participación de los desafectos y convenza y atraiga a los moderados, entonces el señor Feijóo podrá entrar en el Obradoiro como antes entraban los emperadores en Roma: mostrando sus triunfos y exhibiendo apresados a los jefes de las tribus conquistadas. Cuáles serán los Espartacos y Vercingétorix de hoy es lo único que habrá que saber. Y, por supuesto, los nombres de los culos de hierro (¡ah, la poesía política y sus delicuescencias!) que seguirán pegados a las sillas del Parlamento.

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