Primero, los cargos institucionales

En el PP todo el mundo lo sabe y lo dice hace muchos años, pero desde hace unas semanas empiezan a darse cuenta también los que están fuera: Mariano Rajoy es el único que manda en el partido. Lo demostró hace tres años y medio, cuando eligió como portavoz parlamentaria a Soraya Sáenz de Santamaría frente a los pesos pesados. Hoy lo volverá a hacer: anunciará sin discutirlo con nadie quiénes son los presidentes y portavoces del Congreso y del Senado.

Hay muchas quinielas y casi todas apuntan en el mismo sentido, pero no hay nada seguro. Lo que sí se sabe es que Rajoy empezará hoy a molestar a mucha gente, precisamente lo que siempre intenta evitar. Porque hoy se entregan, en el esquema de un partido con mayoría absoluta como el PP, los premios menores. Casi todo el mundo prefiere ser ministro, y los que se nombren hoy quedarán descartados para el Gobierno, que se conocerá el día 22 de diciembre. Ese casi va por Pío García Escudero, uno de los pocos políticos de nivel, y el único miembro de la cúpula del PP, que ha dejado muy claro que no ansía ser ministro -nunca lo fue-, sino presidente del Senado. Y ese parece su destino. Todas las fuentes consultadas le colocan ahí. Como portavoz en la Cámara alta podría ir alguien de su confianza como Rosa Vindel o Antolín Sanz.

El presidente de la Cámara baja tendrá que lidiar con Amaiur y templar

Pero la clave del día de hoy está en el Congreso. Ahí Rajoy tendrá que empezar a pisar callos. Porque algunos de los que suenan no quieren, y otros que no suenan tanto sí lo desean y se verán frustrados. El puesto clave es el presidente del Congreso. Es el tercer cargo institucional del Estado y puede tener un papel muy importante en una legislatura difícil con un Parlamento muy fragmentado en el que deberá lidiar con Amaiur. Por todas estas dificultades, algunas fuentes consultadas apuestan para ese delicado puesto por Alberto Ruiz-Gallardón, el alcalde de Madrid. Sin embargo, hay un problema serio: él no quiere estar ahí, sino en el Gobierno.

Gallardón es un gestor, siempre lo ha sido, no un hombre institucional. Muchos piensan que su buena imagen serviría para completar un Ejecutivo potente de Rajoy como ministro de Justicia e Interior o de Defensa, los puestos que más se le atribuyen. Otros, incluso defensores suyos, creen que el Congreso sería un buen lugar para evitar quemarse si todo se complica, como es previsible, por la crisis económica, y pensar en el futuro. En cualquier caso, está claro que a él no le gusta ese puesto. Por eso parece difícil que sea él.

Los dos nombres que más suenan son los de Ana Pastor y Jorge Fernández, amigos de Rajoy que ya estaban en la Mesa del Congreso como máximos representantes del PP. No tienen tanto perfil político como Gallardón, pero sí larga trayectoria y la cercanía del líder. Fernández recibe críticas por su perfil muy conservador, poco adecuado para una legislatura en la que hay que buscar acuerdos y templar los conflictos, señalan.

Para el portavoz del Congreso sonó durante mucho tiempo Esteban González Pons, miembro destacado de la cúpula. Sin embargo, muchos dicen que también él preferiría estar en el Gobierno, en la gestión, y que Sáenz de Santamaría, que llevará los entresijos del Ejecutivo, preferirá tener a alguien de su equipo en ese puesto. Si se impone esta última tesis, hay varios candidatos, entre ellos José Luis Ayllón, su mano derecha -si decide no llevárselo al Gobierno- Alfonso Alonso u otros de su núcleo duro. Si la solución no fuera de este grupo, Juan Carlos Aparicio o José Manuel Soria -este último suena más como ministro- serían otras opciones.