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Columna
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Second life

¡Qué gran invento es eso de second life! Supongamos que te va mal en la vida, que has perdido el empleo, que tu pareja te ha dejado, que tus amigos se burlan de ti... No te dejes abatir, nada de pastillas ni de tiros en la sien ni de saltar por el balcón. Te creas uno o varios avatares en second life, los adornas con unos cuantos aos (animation overriders) y a vivir que son dos días -por eso se llama second life, digo yo-. Ya pueden caer chuzos de punta en la primera vida, que en la segunda todo será de color de rosa. Porque, en definitiva, lo que importa es ser feliz y lo demás son cuentos.

Por ejemplo, los españoles. ¡Vaya desastre!: uno de cada diez está sin trabajo, nuestras parejas europeas nos ponen los cuernos, los amigos latinoamericanos se nos ríen... Dan ganas de cerrar el negocio y que cada autonomía se las apañe como pueda, así verá lo que es bueno. Pero no, el domingo pasado la nación se alzó como un solo hombre -¿habría que añadir la coletilla "y como una sola mujer"?- votando a favor del cambio, del cambio a second life. Cuando se crea un avatar y no se está siempre encima, acaba cayéndose, lo que en la jerga llaman quedar ausente. Y, en efecto, nuestro avatar ha venido siendo el gran ausente (no confundir con el Ausente, que ese era otro de cuando la guerra): solía caminar mecánicamente, como un robot, y repetía con obstinación todo aquello de "sentido común", "firmeza" y trivialidades por el estilo. Menos mal que en seguida lo maquillaron con algún que otro ao. Le recortaron la perilla, pues las barbas de profeta le sentaban francamente mal. Tampoco había por dónde cogerlo con sus trajes del Corte Chinés, así que lo enfundaron en un Armani. Finalmente le incorporaron una gesticulación convincente, aunque nunca lograremos que sus saltitos parezcan efusiones de verdad.

Ahora sí, ahora ya podemos soltarlo en second life para que se ponga a reformar como un loco: que nos traiga una sanidad nueva, una educación nueva, un bañador nuevo, todo nuevo. No solo eso, sino que también le crearemos un avatar alternativo para dar caña a las abortistas, a los nacionalistas, a las parejas gays, a los ateos, bueno, a toda la mala gente a la que van a fastidiar más que a los demás. Así da gusto. Ahora los latinoamericanos volverán al seno de la madre patria, los europeos nos quitarán de las manos los costrosos apartamentos de la playa y hasta puede que lleguemos a tener trabajo, eso sí, virtual. Más les valdría aprender a nuestros políticos de la Comunidad Valenciana, que aún siguen paseando por ahí a verdaderos zombis de la época del agua para todos, en vez de modernizarse en second life como la casa matriz. A no ser que en vez de dos vidas tengan siete, como los gatos, como Olivas y como Camps, y estén chuleando a su avatar, a ver si escampa. También podría ser.

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