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PUNTO DE VISTA | ELECCIONES 2011 | Los mítines
Columna
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El Senado también existe

A juzgar por la atención que le prestan los políticos, el Senado es la institución más irrelevante de nuestro edificio constitucional, aunque Zapatero haya tratado de darle cierto empaque político con su comparecencia mensual de rendición de cuentas. En ninguno de los debates electorales de alcance nacional ha merecido una sola mención. Desde el cinismo cabría decir que nadie se acordaría de él si lo derribaran los vientos de austeridad dominantes. Hay candidatos que han hecho campañas esforzadas en sus circunscripciones, pero su papel no pasa de actuar como teloneros de quienes encabezan las listas al Congreso.

La reforma del Senado, que obligaría a tocar la Constitución, ha sido una de las promesas más incumplidas de los programas electorales. La llevó Aznar en 1996 y Zapatero en 2004. Algún borrador llegó a avanzar hacia el consenso entre los dos partidos mayoritarios, pero nunca encontraron el momento adecuado para ponerlo en marcha, quizá porque su propia insignificancia institucional desaconsejaba abrir la caja de Pandora de una reforma de la Carta Magna y porque los partidos nacionalistas tampoco han visto nunca con buenos ojos un Senado de perfil federalista que ellos identifican con el "café para todos".

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El programa de Rajoy ni siquiera menciona el Senado. Y el de Rubalcaba incluye apenas una alusión lateral, mientras dedica bastante atención a diferentes mecanismos de coordinación de las comunidades autónomas, incluyendo la Conferencia de Presidentes que creó Zapatero y cuya continuidad no es segura. El resultado que anticipan las encuestas se traduciría en un Senado tan abrumadoramente azul que paradójicamente podría inhabilitarlo como Cámara de primer debate en el que participen todas las fuerzas políticas con presencia parlamentaria. Razón de más para que se aborde de una vez su sistema de elección para primar la representación directa de las comunidades autónomas.

Los dos partidos muestran en general una autosatisfacción con el funcionamiento de nuestro sistema parlamentario bicameral que no coincide necesariamente con el sentir mayoritario. El último barómetro de confianza ciudadana elaborado en octubre por Metroscopia asignaba al Parlamento una puntuación media de 4.4, emparejado con el Banco de España, por debajo de los Ayuntamientos y las multinacionales.

En un momento en que el vocabulario político ha incorporado el término recentralizar, cuando se pone en cuestión, sobre todo desde las filas del PP, la viabilidad y aun la racionalidad de determinados aspectos del Estado de las Autonomías, el Senado debería estar llamado a ser la sede parlamentaria preferente de este debate. Para ello cuenta con iniciativa legislativa en materias de armonización normativa de las comunidades autónomas y dispone de una comisión especial para ello. Sería un disparate político que después de 30 años de despliegue autonómico, producto a veces de alianzas oportunistas exigidas por la aritmética parlamentaria, se aplique ahora un frenazo en seco sin otro argumento que la reducción de costes.

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La existencia de cuatro capas en nuestro sistema de Administración pública ha desarrollado ineficiencias múltiples y un coste que resulta insoportable para cumplir los objetivos de déficit fijados por Europa para 2013 y el techo establecido en la reforma constitucional que se aprobó este verano. En esta dirección apunta la propuesta de Rubalcaba de eliminar las Diputaciones y otras de Rajoy que pretenden eliminar duplicidades entre la Administración central y las autonomías. Algunas comunidades del PP sugieren abiertamente la devolución al Estado de determinadas competencias que estarían infradotadas económicamente. Pero este no puede ser un frente que se resuelva mediante acuerdos bilaterales según los antojos del momento.

La ruina de nuestras finanzas públicas debe ser una oportunidad para abordar de una vez la racionalización de las distintas Administraciones, siempre que se trate con profundidad y rigor, no como un mero ejercicio de tijera. ¿Y qué sede parlamentaria más idónea que el Senado para acoger este debate acerca de nuestro modelo territorial?

Siempre y cuando los partidos recuerden que el Senado también existe. Este domingo elegimos a 208 senadores.

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