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ELECCIONES 2011

El PNV tiene motivos para dudar

El ascenso del PP en Bizkaia y la falta de motivación en Gipuzkoa le inquietan

Cada militante del PNV está llamado a la movilización activa ante el 20-N. El EBB no quiere que nadie de los suyos se relaje porque es consciente desde hace tiempo de que las cuentas están más justas que nunca. Además, una campaña tan anodina y decidida de antemano, enmarcada por si fuera poco en un bipartidismo que perjudica sobre todo a los partidos nacionalistas, aborta la existencia de un enemigo sobre el que construir el discurso y galvanizar así a la afiliación.

En este contexto, el PNV se ve obligado a mirar por los dos retrovisores. De un lado, la irrupción de Amaiur presupone una disputa de mirada larga, que crea cierta situación inquietante sobre la base de que nadie podrá evitar en la noche del 20-N la tentación de interpretar de en qué manos ha quedado la supremacía nacionalista. Y es en Gipuzkoa donde tiemblan más las piernas al PNV. En el partido se constata que en la organización de este territorio "la ilusión no fluye", como decía un afiliado jeltzale. ¿Motivos? Especialmente se mencionan dos: a nivel interno, la misma fuente admite que "la pérdida de poder ha dejado a mucha gente en una situación desconocida, está fría, algo desanimada" y, en el plano político, "la ola de Bildu sigue fuerte a pesar de sus desastres en la Diputación y a poco que les preste Aralar, van a seguir siendo la primera fuerza".

Urkullu lucha contra el bipartidismo y alaba el modelo de gestión de su partido

En Bizkaia, el enemigo directo es el PP. Es una máxima que comparten ambos partidos hasta el punto de que en determinadas zonas del territorio se aprecian "vasos comunicantes" cuando se tratan de votaciones locales o nacionales, como ocurre ahora. A ello se une la condición de ganador asociada a los populares, que siempre consigue un poder de atracción en un segmento de votantes.

Aunque pudiera pensarse, no obstante, que una supuesta sangría del PSE-EE revitalizaría, que también, al PP, en el PNV son conscientes de que la pérdida del efecto Azkuna en este tipo de comicios deja abierta la puerta a un voto que no es políticamente suyo.

Para paliar estas vías de agua, desde el PNV su presidente, Iñigo Urkullu, se está dejando la piel con una frenética actividad en los escenarios más diversos de cada territorio. Ayer lo hizo en Basauri, donde, precisamente en mayo arrebataron la alcaldía a los socialistas. El propio burukide ha pedido a sus organizaciones territoriales que promuevan un mínimo diario de dos acciones electorales que mantengan la intensidad del mensaje.

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Y en sus mensajes, Urkullu combina las esencias de ese PNV capaz de gestionar "todo aquello que beneficia a Euskadi", con su profundización en la conquista del estatus político. Pero, como hizo anoche en compañía de Iñaki Anasagasti, no desaprovechó la oportunidad de cargar contra los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, en un intento de hacerse un hueco y de anteponer así el modelo de gestión del PNV que calificó "de éxito" frente a "los culpables de la actual situación económica". Y es aquí cuando recordó que su partido "construyó una Euskadi moderna desde el desierto industrial que dejó el franquismo, basado en el rigor presupuestario, en el ahorro público para invertir en futuro, que superó crisis económicas pasadas, que renovó infraestructuras y que edificó un sistema de prestaciones sociales para las personas".

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