El debate electoral
Dicen las encuestas que hay más de tres millones de votantes indecisos de cara a las elecciones del 20-N. Yo era uno de ellos hasta el pasado lunes, tras el debate entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy. Hasta ver cómo Rubalcaba interpelaba a Rajoy para que nos explicase por qué en la Comunidad de Madrid se dedican 90 millones de euros a desgravaciones fiscales de aquellos que llevan a sus hijos a colegios privados no concertados. Hasta escuchar cómo Rajoy no solo no lo explicaba, sino que, sin pestañear, nos decía que eso era rotundamente falso. A mí me consta que es totalmente cierto y por lo tanto ya no puedo confiar en Rajoy ni creer nada de lo que dice. No sé si, como dicen algunos medios de comunicación, ganó este debate, pero desde luego perdió mi voto.- Carlos León. Madrid.
Mariano Rajoy en el debate televisivo nos dio una bonita versión moderna del cuento de la lechera: el PP creará empleo; y los trabajadores pagarán impuestos y comprarán más; los comercios ganarán más y pagarán impuestos; los proveedores y transportistas también harán su agosto, y pagarán impuestos; para hacer frente a la creciente demanda, los fabricantes producirán más, y pagarán impuestos; con los ahorros de estos nuevos ricos, los bancos podrán ser más generosos en conceder créditos, y todo el tiempo las arcas del Estado se irán llenando, con lo que se podrán mantener las pensiones y financiar para todos la sanidad y la educación.
Como en el cuento de la lechera, que al rompérsele el cántaro de leche que llevaba al mercado vio cómo se rompía el primer peldaño de la escalera que tenía que llevarla a la realización de sus sueños, así Mariano Rajoy se olvidó, no quiso o no pudo decirnos cómo vamos a subir el primer peldaño de la creación de empleo en la escalinata que nos tiene que conducir a un mundo feliz.- Gaspar Rullán Buades. Córdoba.
Ha pasado el día tan esperado, el debate entre los dos candidatos a la presidencia del Gobierno, el uno agresivo, defendiendo lo indefendible, pero con agilidad verbal. El otro, leyendo todo lo que le pusieron delante, y haciéndose el despistado, como si no fuera con él la cosa. Pero lo que más me llama la atención es toda la parafernalia que se montó alrededor de un simple debate político. ¿Cómo es posible que se pueda malgastar medio millón de euros, en los tiempos que corren, para organizar un debate que se puede hacer en cualquier mesa de un bar de la esquina? Ridículo. Eso no es un debate, es una tomadura de pelo. No hubo frescura, no hubo ideas reales, solo hubo mantras. Los paisanos de a pie hubiéramos entendido mejor que se hubiera prescindido del monstruoso escenario en que nos lo sirvieron. ¡Cuántos parados, de los que tanto hablan los políticos, hubieran podido tener un sueldo para poder atender sus necesidades!
Hay que apretarse el cinturón, aunque a la mayoría ya no nos quedan agujeros en la correa para hacerlo. Pero una minoría selecta siempre tiene que cambiar el suyo por una talla mayor. Eugenio Gómez. Tuggen, Suiza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.