Isaac Chocrón, la revolución en el teatro venezolano
Fue uno de los grandes dramaturgos latinoamericanos
Isaac Chocrón (Maracay, 1930), fallecido en Caracas el pasado domingo, es reconocido como uno de los dramaturgos más importantes de Latinoamérica en la segunda parte del siglo XX. Es también el autor de una serie de novelas que han conseguido influir a una nueva generación de escritores de esa zona, como Pájaro de mar por tierra (1971), 50 vacas gordas (1980) y Pronombres personales (2002), en las cuales abordó, con mayor amplitud y si acaso profundidad, los temas que también abundan en su dramaturgia.
Las relaciones personales, el extraño sortilegio que infieren las ciudades sobre sus habitantes, la sexualidad como arma arrojadiza, la rebeldía y el individuo y también la desesperada necesidad de los latinoamericanos de asumir lo cotidiano como histórico. Chocrón fue el único autor de su país en escribir directamente sobre los conflictos personales y sociales provocados por la tragedia de Vargas, las catastróficas inundaciones y corrimientos de tierras ocurridos en la región costera del mismo nombre y que, en 1999, arrasaron pueblos enteros. Fue una de las primeras crisis del Gobierno de Hugo Chávez y las cifras de víctimas jamás fueron esclarecidas.
De inagotable humor, amaba a Shakespeare y al género musical
Con Pájaro de mar por tierra, Chocrón creó el primer antihéroe gay urbano en la persona de Miguel Antonio Casas, un guapo varón que pasa de mano en mano y de ciudad en ciudad para desaparecer un día en las aguas del Caribe, sin dejar otro rastro que el de su futilidad. Pájaro de mar por tierra, novela deudora de la experimentación en la literatura anglosajona y europea de los años setenta, marca un punto de inflexión arriesgado y definitivo respecto al realismo mágico.
La Revolución (1971), representada en 42 países y en repertorio en compañías teatrales de Latinoamérica y Estados Unidos, es su obra más representativa. Eloy y Gabriel, que fueron pareja, deambulan con un rancio espectáculo de vodevil que va de pueblo en bar y de bar hasta un disparo final que quiere significar una revolución y es tan solo un suicidio. Otra de sus obras, OK (1969), conoció un importante éxito en Madrid, interpretada por María Asquerino y Pepe Sancho. Dos mujeres maduras, descritas como "Ángela, que ha dejado de ser joven y Mina, que ha dejado de ser viuda", contratan a Franco, "que ha dejado de ser guapo", para hacerles compañía. Chocrón se apoderaba de un hecho real, una noticia olvidada, transformándola en refle-xión sobre su tiempo y su país, Venezuela.
Mesopotamia (1980) explora la familia judía emigrante en Latinoamérica, pero también las dificultades de crecer sintiéndose diferente. En 50 vacas gordas, novela publicada en esa época, llena de un humor cáustico e hilarante, reflexiona sobre un país que se acostumbró a ser rico y que de un día para otro se descubre empobrecido, endeudado y engañado. Una lectura de evidente actualidad.
En 1979, Chocrón recibió el Premio Nacional de Teatro de Venezuela. Seis años después creó la Compañía Nacional de Teatro, en cuyo repertorio tenían cabida clásicos como Molière, Shakespeare y Brecht, y en la que muchas veces trabajó con directores invitados de la talla de Miguel Narros. También dirigió el teatro Teresa Carreño, centro que agrupa a compañías teatrales, operísticas y varias de las orquestas más importantes del país.
Desde su fundación, impartió clases en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, donde inspiró y formó a varias generaciones de escritores venezolanos. Una de sus máximas era que, una vez publicadas, "las obras propias jamás se releen. Hay que olvidarlas".
Chocrón era un gran amante de Shakespeare, pero también del musical de Broadway. Su inagotable sentido del humor y su afán por construir una "familia elegida" serán las cosas que extrañemos en su ausencia. La vigencia de sus obras está allí para que, desdiciéndole, las releamos una y otra vez.
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