El 'chillwave', síntesis musical de una época
Los artistas de este movimiento niegan pertenecer a una vanguardia
Carles, seudónimo bajo el que se esconde el bloguero responsable de Hipster Runoff, una de las más peculiares voces dentro de la crítica musical actual, se sacó de la manga en 2009 el término chillwave. Su intención era la de relacionar a una serie de artistas en cuya idiosincrasia se resumían la mayoría de sonidos (shoegaze, electro, dream pop, synthpop...) que vienen definiendo las últimas tendencias.
De paso, la etiqueta servía también para recopilar algunos parámetros comunes en la música independiente actual. A saber, producciones caseras, nostalgia por los desterrados de los libros de historia del rock, solemnidad disfrazada de ironía, orígenes geográficos alejados de los centros de poder de la modernidad...
"Grababa desde casa y como podía", explica el músico Ernest Greene
Bandas que jamás se han oído entre sí pueden definir una etiqueta en Internet
El chillwave, pues, se diferencia de otros movimientos en tanto es una etiqueta de síntesis, pero se parece a todos los que lo han precedido en que ninguno de los artistas incluidos en él (Neon Indian, Washed Out, Toro y Moi) acepta formar parte de esta onda musical. "Con el tiempo se ha ido viendo que muchos de los que hemos sido incluidos allí somos muy diferentes", responde por teléfono Alan Palomo, principal responsable de Neon Indian, que actuará el jueves en Madrid dentro del ciclo Heineken Music Selector. "Lo relevante de esto no es la coincidencia en un sonido, sino el hecho de que, gracias a Internet, puedes definir una etiqueta a partir de bandas que no pertenecen a la escena de una ciudad y jamás han oído la música de los demás incluidos en el movimiento".
Palomo nació en México y reside en Denton, Tejas. Chaz Bundick (Toro y Moi) proviene de Carolina del Sur. En la universidad conoció a un tipo llamado Ernest Greene, originario de un pequeño pueblo de Georgia y cuya principal ambición era casarse con su novia y mudarse a una cabaña. Hoy Greene es Washed Out, otro epígono del movimiento y responsable de Within and without, uno de los discos de debut más celebrados del año.
Como la mayoría de sus compañeros de etiqueta, Greene fabrica sonidos nostálgicos y esencialmente británicos desde Estados Unidos y utilizando computadoras. Hoy actuará en Madrid, en el marco del mismo evento que Neon Indian. Llegará acompañado de su esposa y de una banda que le sirve, además, para explicar la evolución de su música desde que se presentara con High times, una edición limitada de 200 copias en casete.
"Si sonaba algo descacharrado era porque grababa desde casa y como podía. Para el álbum me metí en un estudio y con un productor. No sabía ni la terminología correcta para definir los sonidos que quería", explica Greene en conversación telefónica desde Alemania. "Grabé el disco pensando en llevarlo al directo, con una banda, en una aproximación al formato de grupo de rock. Al llenarla de capas, mi música se enriqueció mucho".
En similares términos se expresa Alan Palomo, quien para su segundo largo, Era extraña, también ha contado con ciertas comodidades, las cuales han facilitado "recrear los sonidos de las guitarras de bandas como My Bloody Valentine pero con sintetizadores. Si cuento con medios, sería muy poco honesto grabar un disco que sonara mal".
Aunque en ambos casos el salto de calidad respecto a sus primeras referencias ha sido considerable, nadie debería esperar que su futura evolución les lleve a olvidar por completo la baja fidelidad de sus orígenes. Greene define los límites que le piensa poner al desarrollo de Washed Out utilizando sus habilidades vocales como ejemplo. "Canto mucho mejor de lo que parece", afirma respecto a lo impresionante de su interpretación de Wicked game de Chris Isaak. "Pero yo no soy un exhibicionista, no tengo que mostrar todo lo que sé hacer. No creo estar solo en esta forma de entender la música".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.