Un giro dramático a la "solución definitiva"
Papandreu busca legitimidad interna a riesgo de acabar con el pacto europeo
El primer ministro de Grecia, Yorgos Papandreu, cogió por sorpresa a los mercados, a sus socios europeos y a buena parte de su partido. Lo hizo con la apelación a la consulta ciudadana, una demanda mayoritaria en las últimas encuestas publicadas en Grecia. Pero, a falta de conocer la respuesta de los griegos, el anuncio de un referéndum sobre el nuevo plan de rescate fue encajado por políticos, inversores y banqueros como el principio del fin.
Con el referéndum, Papandreu pretende ganar legitimidad interna (para aplicar nuevos ajustes) y poder de negociación frente a los líderes europeos y el Fondo Monetario Internacional. Pero lo hace a costa de arriesgar el incipiente acuerdo de la UE y romper su mayoría parlamentaria.
En los medios griegos, la interpretación fue poco amable: los más tibios consideran el anuncio una osadía; los más críticos, una insensatez. Con su decisión, Papandreu vincula la solución de la crisis griega a su futuro político, a una consulta incontrolable que da pánico a los líderes europeos. Si el órdago acaba en farol, Grecia puede verse abocada a quebrar y salir del euro. La crisis financiera en Europa subiría entonces los peldaños de tres en tres.
- ¿Qué es lo que cuestiona el referéndum? El pasado jueves, a las cinco de la madrugada, los líderes europeos anuncian a bombo y platillo una solución "integral, definitiva" para Grecia. Los mercados reciben las medidas con fuertes subidas. Y sin embargo, Papandreu dio el lunes un giro dramático al anunciar un referéndum sobre los pactos de Bruselas, que no solo cuestiona la "solución definitiva" para Grecia, sino que pone en jaque el paquete completo: la recapitalización de los bancos, el fondo de rescates y la quita pactada con los bancos para Grecia. Todo ello era consecuencia de la crisis griega. Todo, íntimamente relacionado: la quita de Grecia exige un nivel determinado de recapitalización, y un mayor tamaño del fondo de rescates para evitar el contagio a Italia y España. Y todo ello está en el alero si ganara un no al rescate en Grecia el próximo enero.
- ¿Cuáles son los motivos de Papandreu? El más inmediato es la búsqueda de legitimidad interna: los sucesivos planes de austeridad impuestos por la UE y el FMI han laminado su apoyo en las calles. Las huelgas y las manifestaciones están a la orden del día. En todo caso, no lo tiene fácil: el 60% de los griegos veían el acuerdo de Bruselas como "negativo", según una encuesta publicada el sábado. En ese mismo sondeo, un 70% apostaba por seguir en la zona euro. Y es esa disyuntiva la que quiere explotar el primer ministro griego: un resultado positivo le blindaría ante la oposición, que ya pide elecciones anticipadas. Y, quizá más importante aún, ante su propio partido.
El entorno del ministro de Economía y hombre fuerte del PASOK, Evangélos Venizélos, deslizó que no sabía nada de la propuesta de Papandreu. Y varios parlamentarios amenazan con sabotear la moción de confianza que debe votarse este viernes.
Por último, Papandreu intenta evitar que la negociación del nuevo rescate sea un coladero. Tanto la canciller Angela Merkel como otros países europeos reclaman otra ronda de ajustes a Grecia. El referéndum funcionaría así como barrera de contención.
- ¿Sobre qué votarían los griegos? Hasta ahora, el Gobierno griego ha asumido que tiene que despedir a 150.000 empleados públicos, que había que reducir las pensiones entre un 20% y un 40%, que había que recortar las prestaciones sociales, que había que subir impuestos, que los salarios de los funcionarios debían bajar más del 20% o que todos los asalariados debían contribuir, con una tasa solidaria, a mitigar el déficit público. Todo ello (también, debido a ello) en un entorno de profunda recesión y paro que atenaza al débil sector privado. A cambio, recibe la asistencia financiera de los socios europeos, el FMI y, en última instancia, la quita pactada con la banca. Aceptar en referéndum un nuevo rescate equivale a aceptar nuevos ajustes. Rechazarlo metería a Grecia en terreno inexplorado, quizá fuera de la zona euro, casi seguro en quiebra.
- ¿Puede haber contagio? Los mercados ya se dieron el lunes la vuelta para cubrirse ante la eventualidad de que se produzca una catástrofe (esto es, una salida de Grecia del euro y el consiguiente pánico entre los inversores); la tormenta bursátil arreció ayer. Italia es la siguiente ficha del dominó: si cae, sería el fin del euro, según explicó hace unos días el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Inmediatamente después, España. Pero Italia y España son ya piezas mayores. Se supone que ni Berlín, ni París, ni Bruselas ni el BCE van a dejar que el fuego llegue tan lejos. Eso sí, los nervios en Roma están a flor de piel: el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Franco Frattini, acusó a Sarkozy de alimentar un "ataque especulativo" contra Italia. Son palabras. Pero las cosas empiezan a torcerse cuando las declaraciones suben de tono.
- ¿Para qué diablos sirvió la cumbre europea? El pasado 21 de julio, los líderes europeos salieron con la cantinela de la solución definitiva. Los mercados subieron durante dos días, y al tercero llegó una tormenta de verano huracanada, en los mercados de deuda, en las Bolsas, en las divisas y en general en todo el sistema financiero, que obligó a los líderes a ir más allá. El pasado jueves pusieron negro sobre blanco la nueva "solución definitiva", y la historia se ha repetido: dos días plácidos y, tras el anuncio de referéndum en Grecia, el huracán. En realidad, el jueves no hubo tal solución definitiva, sino una patada hacia adelante: los cimientos del acuerdo estaban puestos pero faltaban multitud de detalles. Entre esos detalles, las nuevas medidas de ajuste para Grecia. Y los griegos no parecen dispuestos a aceptar más sacrificios, como ha acabado asumiendo el propio primer ministro.
- Y a todo esto, la banca española, ¿no era la que peor estaba? La recapitalización bancaria cayó como un mazazo en la gran banca española: necesita 26.000 millones, una cuarta parte de lo que requieren los grandes bancos europeos. Se suponía que el castigo sería mayor para los bancos con más exposición a deuda soberana de Grecia e Italia: las entidades alemanas y las francesas. Pero la banca germana y la gala solo necesitan 5.000 y 8.000 millones, respectivamente. Con el incendio en los mercados, llega la prueba del algodón de los inversores. Ayer cayó con fuerza todo el sector. Algunas entidades italianas y francesas se dejaron más del 15%; el Commerzbank alemán cayó un 10%. En la cotización de los grandes bancos españoles, las pérdidas apenas pasaron del 5%.
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