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Reportaje:

Dudas argentinas

Kirchner se enfrenta en su nuevo mandato al reto de reducir la inflación crónica y recortar el gasto público

La economía argentina afronta una serie de interrogantes en el segundo mandato de la presidenta Cristina Kirchner, reelegida por amplia mayoría hace una semana. El primero tiene que ver con el modelo de crecimiento adoptado tras la recesión de 2002 y que ha ayudado al país a crecer una media del 7,6% anual en los últimos ocho años, incluso con la crisis económica mundial de por medio. Argentina ha basado este modelo productivo en los elevados precios de sus exportaciones, múltiples subsidios que impulsan el consumo privado y un gasto público disparado que ha ayudado a capear los efectos de la recesión.

Los datos de la CEPAL indican que en 2010 el gasto público alcanzó un crecimiento récord de la última década, con un alza del 9,4%, frente al 7,2% del año anterior. Los analistas locales indican además que este gasto se ha destinado mayoritariamente a subsidios -en forma de ayudas sociales y subvenciones a los precios de la energía-, que en cuatro años han pasado de representar el 2,7% del PIB al 4%. Con ello se ha logrado incentivar el consumo privado, pero se ha disparado la inflación.

La inversión extranjera ha caído un 30% en el primer semestre

El último dato indica que en 2010 el consumo privado creció un 9%, lo que, sumado al gasto público, elevó los precios hasta el 9,7% en el segundo trimestre del año tras el 10,9% del año pasado. Los analistas privados suben esas cifras al doble, hasta convertirse ya en un mal crónico en la economía argentina. Si nos ceñimos solo a las cifras oficiales, los precios han crecido una media del 8,8% en los últimos cinco años, y para 2011 el FMI espera un crecimiento del 11,5%.

Este elevado gasto público se ha traducido en que el resultado global de la Administración central pasase de un superávit del 1% en 2006 a un déficit del 0,8% en 2009 y del 0,1% en 2010. Con ello, la deuda del Gobierno nacional representa el 45% del PIB. Este déficit se suma al deterioro de la balanza comercial de 3.500 millones en 2010, lejos de los 7.300 millones registrados al comienzo del primer mandato de Cristina Kirchner. Esta cifra se podría reducir más si se agrava la caída de los precios internacionales de la soja -el motor de las exportaciones argentinas- y se mantiene el desequilibrio energético.

El país sudamericano debe también buscar fórmulas para contener la caída en la inversión extranjera directa (IED) y la fuga de capitales. Los datos de la CEPAL indican que durante este primer semestre el país recibió flujos de IED por valor de 2.406 millones de dólares, un retroceso del 30% respecto de lo recibido en igual fecha del año pasado. Por su parte, los analistas privados cifran la fuga de capitales en unos 70.000 millones de dólares en los últimos cuatro años, frente a los 15.000 millones registrados en los años de gobierno de su marido, Néstor Kirchner.

Los mayores riesgos vienen de la coyuntura internacional y del éxito de su propio modelo. El deterioro de las principales economías europeas podría generar una nueva crisis global, mientras que el freno de Brasil, su principal socio comercial, puede tener serias consecuencias para la economía argentina. Los analistas critican que el actual modelo deja al país con pocas armas para solventar nuevos embates, aunque es difícil que el Ejecutivo cambie una estructura que les ha sacado de la recesión más grave de su historia, que ha reducido a la mitad el desempleo y que casi ha multiplicado por tres sus exportaciones.

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