Alemania gana (pero en realidad pierde)
Europa se repliega en torno a Berlín, mientras crece su dependencia de Estados Unidos, China y el FMI
Alemania ha ganado claramente. Ha conseguido todo lo que quería en las reuniones mantenidas por los líderes europeos durante la última semana. Ha logrado una mayor participación de la banca en el reparto de las pérdidas de Grecia, aunque falten flecos por concretar; ha impuesto su criterio sobre la recapitalización de los bancos de manera que el recurso al fondo de rescate sea solo en última instancia, y sobre todo ha evitado que el BCE respalde el fondo de rescate (FEEF). Además, ahora Europa descubre, atónita, que las necesidades de recapitalización de sus bancos son menores que las de España, Italia, Francia, Portugal y por supuesto Grecia.
El resultado del encuentro sería Alemania 4, Francia, 0. Goleada. Todo ello a pesar de los patéticos aspavientos del presidente francés, Nicolas Sarkozy, presumiendo de que los resultados de la cumbre coincidían completamente con sus ambiciones. En el pasado ya se han visto cosas parecidas: siguiendo las recomendaciones de Berlín, a Francia no le quedó más remedio que rebajar sus expectativas de crecimiento y aplicar un plan de ajuste adicional de hasta 8.000 millones.
Pero en realidad, la de Alemania es una victoria pírrica: Berlín acabará pagando -junto al resto de Europa- la devaluación del proyecto europeo, cada vez más difuminado por su dependencia creciente de Estados Unidos, China y el FMI. El secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geithner, y la directora del Fondo, Christine Lagarde, cada vez están más presentes en las reuniones y tomas de decisiones europeas.
Siempre hay alguna voz clarividente: el expresidente de la Comisión, el veterano político francés Jacques Delors, está últimamente tan diáfano como siempre. Para Delors, los acuerdos alcanzados en las cumbres de esta semana son "el triunfo total de la señora Merkel". "No hay nada que permita decir que la situación se ha resuelto y que hemos encontrado una solución", apunta. En declaraciones al Stuttgarter Nachritchten, Delors ha señalado que Merkel "tiene buena parte de la responsabilidad de que la capacidad de acción de la UE y el manejo de la situación de la eurozona sean tan insatisfactorios".
La cadena de errores empezó en la primavera de 2010, cuando Berlín exigió la participación del FMI en el rescate de Grecia contra la opinión de dos pesos pesados de la Comisión Europea, Joaquín Almunia y Olli Rehn, y del presidente del BCE, Jean-Claude Trichet. La obstinación por impedir que el BCE pueda actuar como auténtico garante de la deuda europea ha conducido al penúltimo espectáculo, que consiste en ir a mendigar fondos a China para que invierta en las nuevas sociedades creadas en el plan de rescate, todavía por constituir y de menor solvencia que el FEEF. China impondrá sus condiciones, básicamente políticas, en áreas que afectarán a derechos humanos, cambio climático y relaciones comerciales.
Pero tal vez lo más paradójico es que la UE busca una salida de la crisis que se parece peligrosamente a la vía de entrada en la crisis. La secretaria general de la Confederación Europea de Sindicatos, Bernadette Ségol, asegura que la UE ha puesto en marcha "instrumentos tóxicos", en relación a los vehículos para potenciar el fondo de rescate europeo. Paradojas de la crisis.
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