Todos descontentos
Real Sociedad y Getafe, que pone más fútbol, se van infelices tras un liviano empate
Cuando el árbitro Estrada, poco fino en las jugadas singulares, les mandó a los vestuarios, los futbolistas del Getafe y de la Real se iban cabizbajos y pensando lo mismo, que podían haber ganado por aquel zambombazo de Pedro León en el descuento que se estrelló en la cruceta, o por aquella ocasión de Miku que el árbitro invalidó por una mano involuntaria previa, o por aquel remate de Joseba Llorente, muy forzado, que si se lo deja a Mariga quizás hubiera sido más efectivo, pero el delantero aún no tiene ojos en la espalda, y el ansia le reconcome. Cuando el público se fue de Anoeta, pensaba distinto, que podían haber perdido los dos y que a esas horas, las cuatro de la tarde, las invitaciones al sopor son un tanto insultantes.
REAL SOCIEDAD 0 - GETAFE 0
Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Demidov, Iñigo Martínez, De la Bella; Mariga, Griezmann, Xabi Prieto (Cadamuro, m. 80), Zurutuza; Diego Ifrán (Joseba Llorente, m. 64) y Agirretxe (Vela, m. 75). No utilizados: Toño; Mikel González, Aranburu y Sarpong.
Getafe: Moya; Valera, Lopo, Cata Díaz, Miguel Torres; Rubén Pérez, Lacen; Pedro Ríos (Barrada, m. 64), Diego Castro, Sarabia (Pedró León, m. 70); y Miku (Güiza, m. 88). No utilizados: Codina; Albertazzi, Michel y Juan Rodríguez.
Árbitro: Estrada Fernández. Amonestó a Diego Ifrán, Zurutuza y Miguel Torres.
Unos 24.000 espectadores en el estadio de Anoeta.
La Real tiene el aire de los buenos enfermos: cuando se da cuenta de que está mal es el mejor colaborador del hospital. Pero necesita sentirse mal para sentirse vivo. Y ese es un mal síntoma. Por una serie de razones, concede los primeros tiempos a beneficio de inventario y luego se vuelve loca para curar la gripe a base de sudar, como antiguamente. Así sigue esa senda descendente, porque no encuentra su lugar en el campo. Cuando el protagonista es Xabi Prieto, la cosa funciona. Cuando el jefe es su guardaespaldas, Carlos Martínez, todo corazón, el asunto se complica. No es lo mismo. Y ayer era Carlos Martínez, intachable en el empeño, corajudo como siempre, impreciso también como tantas veces. Tanto que Prieto, el jugador franquicia, acabó sustituido. Griezmann, en el otro costado, tiene un problema consigo mismo, aumentado por los pitos de la grada que aún no le ha perdonado del todo aquellas declaraciones solicitando su salida del club al término de la temporada. Sin bandas, la Real se muere, Agirretxe se aburre e Ifrán se desvanece en jugadas rocambolescas.
El Getafe pareció más armado, más regular, con las ideas más claras. Si Carlos Martínez es voraz en ataque, Sarabia se quedaba en el costado para aprovechar sus impetuosas subidas cuando su equipo recuperaba el balón. Todo o casi todo lo construyó el Getafe por esa banda. El eterno debate entre "¿Tú subes y yo me quedo?". Lo resolvió el Getafe gracias la entrega de sus dos mediocentros, Rubén Suárez y Lacen, pendientes de esa banda.
Por fútbol debió ganar el Getafe, que malgastó unas cuantas ocasiones hasta concluir el partido con ese disparo a la cruceta de Pedro León. Todo era más organizado en el Getafe, más arremolinado en la Real Sociedad. ¿Empate justo? ¿Y quién lo sabe? Ambos pensaron que era injusto, pero lo cierto es que el Getafe puso más fútbol en la balanza.
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