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Reportaje:Carreras & Capital humano

Directivos de primera división

Los deportistas de élite se convierten en gurús de la gestión empresarial

Sísifo, rey de Éfira (Corinto), impulsor de la navegación y el comercio y según Homero el más astuto de los hombres, fue condenado por los dioses a empujar eternamente una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso a consecuencia de su ambición. Sísifo jamás descansará del terrible castigo del trabajo inútil y sin esperanza realizado con el mayor de los esfuerzos. "Lo que no sabrá nunca Sísifo es que si hubiera evaluado sus posibilidades, con solo dejar caer la roca al otro lado habría puesto fin a su tormento", apunta José Luis Ferreira, presidente de International Society for Performance Improvement en España, en la presentación del I Programa de Coaching Deportivo de la Escuela de Negocios La Salle, cuyo director técnico es José Miguel González, Michel, para el que el valor indispensable que el ejecutivo debe absorber del deportista de élite es su fortaleza mental.

Los gurús del management invocan al deporte, que mueve el 2% del PIB de España, ya no solo para motivar el talento y la comunicación entre directivos y sus equipos, sino para desarrollar el liderazgo empresarial, la cabeza de la organización, y lograr así salir de la crisis. Pep Guardiola se ha convertido en un referente para los ejecutivos españoles por la clara vocación comercial del catalán, al entender al público como sus clientes. "España es un ejemplo de estrategia deportiva para Europa y es lógico que sus directivos vuelvan sus ojos hacia este campo que está cosechando éxitos individuales y de equipo continuamente. Por ello hemos desarrollado una metodología norteamericana dirigida a los top manager, un programa de formación y desarrollo para obtener el estado óptimo de rendimiento aprendiendo a manejar la energía a través de la forma física, la adecuada nutrición y el descanso necesario", sostiene Alberto Bocchieri, socio de Newman International.

Y es que, dicen los estudios psicológicos, la probabilidad de que un alto directivo realice una buena ejecución mirándose en el espejo de los líderes deportivos podría incrementarse si desencadenase y mantuviese una combinación de alta energía, entrenamiento, diversión, baja ansiedad, optimismo y tranquilidad mental. A lo que el seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque añade una necesaria coherencia en el estilo de juego o en el modelo de gestión empresarial. "Al igual que en el mundo deportivo está cambiando la percepción del estratega como máximo responsable del juego de un equipo, la empresa tiene que aprender a dar visibilidad al talento de su alta dirección, a no esconderlo o guardarlo por miedo a que se vaya. Un alto ejecutivo debe sentir pasión por su empresa y defender su posición y llevarla a lo más alto aprendiendo a gestionar esta pasión", apunta Manuel Seijo, presidente de la Asociación Española de Coaching.

El hallazgo más interesante del deporte de élite para el mundo de la gestión reside en el alto nivel de autoconfianza de los competidores. "Poco se habla de la soledad del líder porque, aunque debe rodearse siempre de los mejores, solo a él le corresponde evaluar y tomar la decisión. Este momento, al que Guardiola llama 'mágico', lo es, pero también es duro", mantiene el presidente de la consultora Wings 4 Business, Gabriel Masfurroll.

Los investigadores han llegado a la conclusión de que los mejores atletas "creían" más en sí mismos y eran capaces de concentrarse de forma más efectiva que los deportistas con menos éxito. Lo que confirma que el deportista vencedor es menos propenso a distraerse y mantiene un foco de atención restringido a los pensamientos de preocupación. "El éxito de un deportista reside en que sabe gestionarse a sí mismo para dar el máximo desarrollo personal, algo que el alto ejecutivo no puede desarrollar, abrumado por el éxito financiero que le exige su empresa. En los modelos de líderes que se estudian, siempre me decanto por el ejecutivo-guerrero, paradigma de la actitud de Fernando Martín con su eterna frase: no me digas cómo, sino qué tengo que hacer", añade Juan Antonio Corbalán, socio fundador de Make a Team.

"Lo que separa a un deportista de éxito de un alto ejecutivo es un tema de actitud. El deportista maneja su interior, lo controla y sabe que los límites no existen y que puede llegar donde quiera. A veces el ejecutivo, al igual que el deportista, tiene un miedo interior a ganar porque no sabe afrontar el fracaso que luego puede venir tras un éxito y ha de gestionar muy bien la presión o la ansiedad de seguir dando resultados habiendo dado el máximo", apunta Teresa Perales, nadadora paralímpica, ganadora de 16 medallas olímpicas.

Líderes de empresa y deporte tienen en común el sentimiento de querer ser el número uno. Y la única manera de lograrlo en los dos campos es, según Juan Carlos Cubeiro y Leonor Gallardo, autores del libro Liderazgo, empresa y deporte, uniendo las seis E: estrategia, no basta con ganar, hay que preparar el sueño con una estrategia planificada; equipo, la capacidad de generar sinergias entre sus integrantes es lo que al final marca la diferencia; emociones, es importante canalizarlas, no eliminarlas, para lograr el mejor resultado; empeño, equilibrio y ética.

Leonor Gallardo augura en los próximos años una fuga del talento deportivo al campo empresarial. "Es fácil que un gestor deportivo pase al mundo corporativo porque ya tiene adquiridos los valores de equipo, las estrategias, la manera de cuidar a los empleados y de enamorar a la competencia. El gestor deportivo puede transmitir más rápido y mejor todos estos valores", sostiene.

GETTY

Confianza para llegar a la cumbre

El alpinismo, por su gran dimensión del riesgo y su práctica en soledad, es una de las disciplinas deportivas que más se acercan a la gestión de un alto ejecutivo. Seguridad, confianza y decisión son valores indispensables para el éxito, y así lo entiende la primera mujer en la historia que ha ascendido los 14 ochomiles, Edurne Pasaban, que aconseja a los directivos: "seguir tu instinto, tener seguridad en ti mismo y no dudar de las decisiones tomadas. Confía en la experiencia que tienes. Cuando en una cumbre decides seguir, no pienses en qué pasaría de otro modo. Adelante. Evita todos los input externos o más cercanos. Confía en que la decisión que tomes es la adecuada". Para el alpinista Jesús Calleja, "gestionar una empresa y subir los ochomil tienen en común un riesgo que el líder debe gestionar muy bien amparado por un gran entrenamiento, gran fuerza de voluntad, sacrificio, ilusión y, muy importante, sentido el humor para rebajar tensión". "Un líder tiene que ser comprometido y tener ambición. Y sobre todo, disfrutar con lo que hace porque si no va ser difícil o casi imposible llegar a la cumbre", concluye Pasaban. -

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