Cabreo global
A la misma hora en que el Real Madrid le metía cuatro goles al Betis, entre las docenas de pancartas que portaban los manifestantes sevillanos del 15-O había una que decía: "Tan indignado que me estoy perdiendo el Betis".
En efecto, la tarde del sábado pasado, el amor por los colores futbolísticos cedía el paso a miles de indignados en las calles de Sevilla y en otras mil ciudades más de todo el mundo.
De repente, una chispa que saltó espontánea en la Puerta del Sol de Madrid, el pasado mes de mayo, se convertía en un movimiento planetario. España exportaba indignación al mundo. Frente a la crisis global, el cabreo global.
La gente está harta. Los Gobiernos imponen medidas, por ahora sin éxito, para salir de la crisis. La mayoría de las soluciones propuestas apuntan en una sola dirección: recortar. Dicen que es la única salida, pero no es cierto.
Por fortuna, frente a la obsesión por el déficit público y la tijera que esgrimen los Gobiernos europeos (la casi totalidad, en manos de la derecha), en algunos países comienza a imponerse la fórmula Obama. El presidente de Estados Unidos destinará 325.000 millones de euros para estimular la economía y combatir el paro. El principal problema. El maldito paro que ha dejado en la cuneta a casi cinco millones de españoles, de los que una quinta parte son andaluces.
"No miraremos impasibles cómo se abandona a su suerte a las personas más débiles", rezaba el manifiesto que los sevillanos indignados redactaron el 15-O. Sensible a ese clamor, el presidente Griñán afirmaba rotundo en el Parlamento: "Dejémonos ya de recortes, recortes, recortes y de reformas laborales; mientras que no haya dinero circulando, no se solucionará la crisis".
Así, su consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, avanzaba las líneas maestras del nuevo Presupuesto: por primera vez en tres años, crecerá. Poco, pero crecerá. Además, la Junta se endeudará hasta el límite legal para respetar el déficit fijado para el próximo año, el 1,3% del PIB. Y como es de justicia, se ingresaran 227 millones de euros extra a través de mayores impuestos al lujo (coches de alta gama, yates, avionetas) y al patrimonio de las grandes fortunas.
Frente a Griñán, Javier Arenas, presidente del PP andaluz, quien insiste machaconamente en la necesidad de los recortes y las "reformas profundas". Es decir, en dar más facilidades para despedir a más gente, más rápidamente y más barato. Como quiere la patronal, que además rechaza el incremento salarial pactado porque puede "constituir un lastre para la recuperación económica andaluza". Una patronal que también se opone al incremento de la presión fiscal (Informe de la Escuela Andaluza de Economía-CEA).
¡Claro que hay dos vías para salir de la crisis! Lo mismo que hay dos maneras de enfrentarse a esa conciencia social que representa el 15-M.
Lean, si no, para ahorrarse tiempo y bilis, el último libro de José María Izquierdo Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna (Editorial Aguilar). Los más conspicuos representantes del acorazado mediático de la derecha han calificado así al 15-M: mugrientos, hez de la hez, horda, liberticidas, violadores, analfabetos, amén de acusarlos de haber sido entrenados por ETA, de robar a los ciegos sus perros y, lo peor de todo, ¡de haber sido comunistas!
Puede que sea por la inminencia de las elecciones, pero la izquierda ha sido mucho más respetuosa y receptiva a los mensajes de la calle. Griñán y Rubalcaba retoman algunas de sus banderas: la dación en pago de las hipotecas, la reforma electoral, el escaño para defender iniciativas populares... Pequeños pasos, sí. Pero en la dirección correcta.
La izquierda no puede seguir dejándose meter goles. Tiene que explorar otras vías para ganar el partido.
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