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Zugaza defiende la necesidad de consensuar el futuro del Guggenheim

Ibarrola arremete contra un museo que le parece de "un grupo de amigos"

El director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, transmitió ayer al Parlamento vasco la necesidad de consensuar el futuro del Museo Guggenheim Bilbao. "La maduración y la longevidad del Guggenheim exigen el acuerdo de los partidos", defendió ante la ponencia parlamentaria que prepara un informe para orientar al Gobierno en la renovación del convenio con la Fundación Guggenheim de Nueva York. "Los museos son instituciones que deben quedar fuera de la batalla partidista y ser dirigidos con criterios profesionales. El control y el impulso corresponden a los políticos pero siempre desde el consenso".

Si la intervención de Zugaza tuvo un tono constructivo y de reconocimiento, el paso del artista Agustín Ibarrola por la ponencia puso el acento crítico sobre el papel del Guggenheim en el entramado artístico del País Vasco. En su comparecencia, Ibarrola arremetió contra la trayectoria del museo. "Está adquiriendo el aspecto de pertenecer, cada vez más, a un grupo de amigos que dirigen y controlan el arte a escala internacional y que además disponen de grandes fondos públicos", dijo. "Se trata de un museo que pertenece a la filosofía del gran mercado de las élites, según el cual cuanto más cuantioso sea el valor económico de una obra de arte, mayor es el valor reverencial que se le atribuye".

El director del Prado alaba el funcionamiento en red
"Dediquen más atención a los artistas", reclama Ibarrola

La referencia de Zugaza para el consenso político fue el acuerdo alcanzado en el Congreso en 1995 sobre el Museo de Prado. "Los partidos se pusieron de acuerdo para encarrilar el proceso de ampliación y modernización del museo", recordó. El director del Prado consideró "fundamental" que el museo de Bilbao mantenga la relación con la casa matriz de Nueva York, pero abogó por un cambio en el que la experiencia acumulada se traduzca en un mayor peso en la toma de decisiones en los distintos ámbitos del museo. "Después de 14 años de trayectoria, el Guggenheim tiene un valor, que debe ser una contrapartida en la relación con Nueva York", aseguró.

Zugaza reconoció que es "un converso", que en sus inicios no creyó en las posibilidades del proyecto Guggenheim, pero que hace tiempo que no duda en valorar los méritos de sus actividades y la calidad de la colección. "Que el museo siga recibiendo cerca de un millón de visitantes al año es muy admirable", destacó. "Se discutió el modelo de franquicia. Fue una nueva forma de trabajar en red, que han ido adoptando otros museos, tan honorables como el Louvre. El Guggenheim no debe perder el carácter innovador"

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Ibarrola reflejó sin ambages sus críticas al Guggenheim por el tratamiento de los artistas vascos y su nula repercusión en la vida cultural del País Vasco, a pesar del dinero público que utiliza. "Creo firmemente que la comunidad vasca puede estar siendo utilizada en esta estrategia de dirigismo artístico con nuestra propia aportación económica", señaló ante la comisión. "Un mínimo reconocimiento y conocimiento de nuestro país debiera exigir, al menos como contrapartida, la participación activa de nuestros artistas más expresivos en su colección y en sus recorridos expositivos por el mundo".

Ibarrola cree que el Guggenheim ha supuesto una pérdida de iniciativa, por su "control unidireccional y su arrogancia contractual". El autor de El bosque de Oma destacó la necesidad de incrementar la participación de la comunidad vasca en la gestión del Guggenheim y defendió que las instituciones vascas escuchen a los expertos y a los artistas. "Cuando la creatividad se utiliza básicamente para el desarrollo de la industria turística o la especulación, se corre el gravísimo riesgo de adulterar la cultura de arte con cualquier otro tipo de espectáculos". Y concluyó con una petición: "Dediquen mucha más atención a los individuos y colectivos dedicados a la producción del arte".

Miguel Zugaza (a la izquierda) saluda ayer al letrado mayor del Parlamento, Eduardo Mancisidor.
Miguel Zugaza (a la izquierda) saluda ayer al letrado mayor del Parlamento, Eduardo Mancisidor.FRANCISCO ARROYO

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