Sergio Bonelli, el mayor editor de cómic en Italia
Dirigió la editorial que heredó de sus padres y lanzó sus propias creaciones
El pasado 26 de septiembre cogía por sorpresa al mundo de la historieta la noticia del fallecimiento del editor italiano Sergio Bonelli (Milán, 1932), un nombre irremediablemente ligado a una forma de entender el cómic como cultura popular y masiva. Nacido en una modesta familia de editores, su futuro estaría marcado por la creación de su padre, Tex, un vaquero a la antigua usanza que se convertiría en poco tiempo en uno de los iconos más importantes de la historieta italiana.
No fue un camino fácil: tras el divorcio de los Bonelli, la editorial familiar -bajo la dirección de la madre de Sergio Bonelli-, pasaría por un largo reguero de reconversiones que comenzaría tanto por infinitos cambios en el nombre de la empresa como por diferentes intentos de rentabilizar el éxito de Tex. Hubo además variaciones continuadas de equipos creativos -donde un joven Sergio comenzaría a debutar como ayudante de guionista- y ensayos de formatos que terminarían por encontrar el éxito en una fórmula diferenciada, más próximo al libro que al tradicional cuadernillo de aventuras que monopolizaba el cómic italiano de antes de la guerra (una solución formal que fue importada con gran éxito a España).
Concibió el tebeo como cultura popular y de masas
Pero sería a partir de los sesenta, ya bajo la batuta de Sergio Bonelli, cuando la editorial despegaría definitivamente. Con el seudónimo de Guido Nolitta comienza a crear series novedosas como Zagor, que abandonan el tradicional género de western para plantear una aventura moderna, que bebe tanto de los clásicos de prensa americanos como de la tradición del folletín de aventuras. Pero, sobre todo, supo rodearse de excelentes guionistas como Claudio Nizzi, Giancarlo Berardi, Gino d'Antonio, Tiziano Sclavi, Alfredo Castelli o el español Antonio Segura para crear series que compatibilizasen el respeto al lector y el entretenimiento. Así, bajo su dirección comienza a aparecer una larga nómina de personajes como Mister No (creado por el propio Bonelli), Ken Parker, Martin Mystère, Dylan Dog, Nathan Never o Brad Barron, que se unían a Tex para diversificar la oferta y aupar la editorial con ventas que se contaban en centenares de miles de ejemplares y que le permitían afrontar proyectos más lujosos, como la colección de Tex firmada por los mejores dibujantes mundiales (en la que han trabajado autores españoles como Manfred Sommer, José Ortiz o Alfonso Font, entre otros muchos y que, recientemente, se han editado por primera vez en España).
La visión de Bonelli de un tebeo popular y accesible se convierte a finales del siglo XX en una realidad tan palpable que el nombre del editor se convierte en sinónimo de cultura popular digna y respetuosa con el lector. Con su desaparición, se va una leyenda del cómic europeo y, también, una forma de entender la historieta.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.