Indignados de Madrid y Barcelona ocupan edificios para alojar a desahuciados
El 15-M se instala en un hotel cerrado cerca de la Puerta del Sol - El movimiento abre un bloque de pisos de la capital catalana a siete familias
Dos edificios ocupados, uno en Madrid y el otro en Barcelona, permanecen como herencia de la gran movilización que el sábado sacó a la calle a decenas de miles de personas convocadas por el Movimiento 15-M. Cerca de la Puerta del Sol, en un antiguo hotel, los idnignados debatían ayer qué uso dar el edificio: espacio asambleario, refugio para desahuciados, vivienda de los disidentes cubanos acampados frente al Ministerio de Exteriores o sencillamente como centro social. O todo a la vez. Lo que está claro es que en el interior caben todas las propuestas y los ideales del 15-M.
Durante horas se abordó el tema en asamblea. "Debe quedar claro que la ocupación es provisional", explicaba con un megáfono un miembro del 15-M. Los indignados con experiencia en ocupar edificios explicaban que las primeras 48 horas tras entrar en una finca son las más importantes, porque es cuando la policía puede llevar a cabo un desalojo sin autorización judicial.
Las habitaciones del hotel, de cinco plantas, con cafetería, sala de juegos, sótano y azotea, estaban ocupadas por indignados que, al asomarse al balcón, ocultaban su rostro. Desde el exterior, les abastecían de todo cuanto necesitan: estropajos, Fairy, pasta, cepillos de dientes, cucharas, tenedores, rotuladores, café, fruta, fiambre, queso, wifi... "Y sobre todo gente", se lee en un cartel. Paradójicamente, los indignados no dejaban acceder al interior con el argumento de defenderse de un posible desalojo forzoso de la policía. "No van a pasar", dice Elisabeth, peruana de 45 años en pleno proceso de desahucio de un piso que compró en Coslada en 2007. "Nos han arruinado la vida. Me queda una deuda de 200.000 euros que no podré pagar ni muerta".
Entre los ocupantes se temía que la policía los desalojara esa misma noche, después de que un par de agentes de paisano hubiera identificado a varios indignados. En la asamblea se leyó un manifiesto que viene a resumir los motivos de la ocupación: "Hemos encontrado un espacio abandonado en buenas condiciones. Pertenece a una inmobiliaria en concurso de acreedores, conocida por su actividad especuladora. Esta ocupación es legítima".
En Barcelona, el edificio ocupado es un bloque de 12 viviendas del distrito de Nou Barris, de las que siete han sido dadas a familias desahuciadas o con problemas para acceder a una vivienda. A primera hora de la tarde de ayer, frente al inmueble, que lleva cinco años vacío, sonaba la música de Celia Cruz y un pequeño colectivo trataba de poner en marcha una emisora de radio.
"No entendemos cómo se permite que haya 3.200 pisos públicos vacíos, y 50.000 familias desahuciadas", denunció Salva Torres, profesor de secundaria y portavoz del colectivo concentrado en el inmueble. Torres también quiso llamar "a todas las acampadas a defender este espacio contra la dictadura de las finanzas".
Emmanuel Osaro Otuomagie, que explica que el banco le desalojó del piso hace una semana por dejar de pagar la hipoteca, es uno de los nuevos inquilinos del edificio de la calle de Almagro, 2. En 2009 se quedó en paro y trató de reciclarse, mientras era incapaz de pagar las cuotas. "Obtuve un título para especializarme en marketing y ampliar mis estudios". En mayo de 2010 encontró trabajo estable y pidió a la entidad financiera ponerse al día para detener el proceso de desalojo. Ya era demasiado tarde, lamenta. El banco no lo permitió.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.