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Crónica:MUNDIAL DE MOTOCICLISMO | Gran Premio de Australia
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los imposibles de Márquez

El español protagoniza en Moto2 una remontada espectacular desde la 38ª posición de salida hasta el tercer escalón del podio

Nadia Tronchoni

Querían abrazarle, cortarle el cuello, besarle, pegarle patadas en la espinilla, hacerle la ola, desplegar para él una alfombra roja... Al final, le aplaudieron, le felicitaron y le dieron unas palmaditas cargadas de orgullo, satisfacción y hasta estupefacción. El equipo que trabaja con Marc Márquez, sus mecánicos, su director deportivo, los responsables de prensa o de patrocinio, alucinan con lo que es capaz de hacer el chico. Ayer se superó. Como hace cada vez que la lía, trató de enmendar el entuerto echando mano de su enorme talento. Le salió bien, como podría haberle salido mal. De ahí el sufrimiento, inmenso, de quienes le rodean. Como castigo por provocar, aunque involuntariamente, un accidente estrepitoso la mañana del viernes, el pupilo de Emilio Alzamora tuvo que salir desde la última posición de la parrilla, algo que ya hizo hace un año en Portugal, en la penúltima carrera del año, cuando también aspiraba al título mundial.

"Quería demostrar que era posible hacer una buena carrera saliendo el último"
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Y como ocurrió entonces, Márquez remontó posiciones a la velocidad del rayo. En Estoril ganó una carrera reducida a nueve vueltas a causa de la lluvia y remontó desde la 17ª posición hasta la cabeza con una habilidad inusitada. En Phillip Island, donde no se apuntó la victoria, la remontada, sin embargo, fue mayor y la hazaña más emblemática. Porque Moto2 no es 125cc, porque estas motos, de 600cc, pesan 135 kilos y en la parrilla se acumulan una cuarentena de motos. Márquez, 38º en la salida, terminó en el podio, tercero, por detrás de Bradl, su rival por el campeonato, que ahora solo le aventaja en tres puntos.

Tras una pesadilla, después de volar por los aires y embestir a otro corredor, el tailandés Wilairot -con un golpe en la espalda y los ligamentos de la rodilla afectados-, después de necesitar unos puntos de sutura en el párpado, con un ojo morado, el labio hinchado y el cuerpo magullado por los golpes, llegó la felicidad absoluta para Márquez. Y un estallido de júbilo en el muro sobre el que se agolpaban sus mecánicos, que han tenido que rehacer dos motos este fin de semana. Pues el segundo accidente se produjo después de que su equipo recompusiera durante una media hora esa Suter con la que había rodado por los suelos él solito en el primer entrenamiento del fin de semana.

Para poder darle una moto en condiciones para la carrera, Alzamora y sus mecánicos trabajaron hasta la madrugada del sábado y reconstruyeron la máquina de cabo a rabo, con recambios de piezas que sí disponían, como un nuevo basculante, y otras piezas prestadas, como el chasis, una de las últimas evoluciones de Suter, que salió del equipo Aspar y de la moto del lesionado Julián Simón. "Al final, las diferencias con la moto que llevaba en las últimas carreras eran mínimas, había que modificar algunas cosas para poder montar el basculante; si bien el mayor miedo que teníamos era no poder llegar a tiempo". El piloto les recompensó su esfuerzo con un derroche de su habitual virtuosismo al manillar.

La previsión, confesaban en su garaje finalizada la carrera, era puntuar. Eso es terminar entre los 15 primeros. "Cuando hemos visto que en su primer paso por meta ya era 16º no sabíamos qué pensar", señalaba su jefe de mecánicos, Santi Hernández. Tras 10 vueltas, de un total de 25, ya era sexto. Cuarto, dos giros más tarde. Adelantó a Claudio Corti en la 17ª, provocando los miedos de propios y extraños pues en aquel preciso instante en que Márquez recorría el interior de esa curva a la derecha, el italiano se tambaleaba sobre su moto, a escasos centímetros de aquel.

Además, Corti, 24º clasificado de la general, no se rendía; y tampoco el español, que se resistía a conformarse con un cuarto puesto después de semejante esfuerzo: "Ni me lo he planteado, no quería perder esa pelea, quería subir al podio. Me jugué las cartas con él en la última vuelta", dijo él, tan resuelto como siempre, liberada la tensión y entre risas. "Quería demostrar que no era imposible hacer una buena carrera saliendo el último", añadió. Sin embargo, reconoció su agresividad en carrera -se quedó sin goma trasera por el esfuerzo tremendo en la primera mitad de la prueba, lo que le impidió mejorar sus tiempos al final-, y los riesgos: "He estado a punto de caerme hasta tres veces".

Pero no lo hizo. Y su atrevimiento engrandece la historia de un chico de 18 años que no para de sorprender hasta a su propio equipo. "Ves lo que hace este chaval y te quedas sin palabras. Hoy esto era impensable", decía Alzamora. "Para mí es un privilegio trabajar con alguien como él", deslizaba Santi Hernández. A veces, parece que ni siquiera él es consciente de lo que hace. "Yo estaba convencido de que podía hacerlo, pero cuando me he visto en la parrilla con todos aquellos cascos delante, la verdad es que me ha dado un poco de respeto", concedió. "Pero sabía que todo era por un error mío y tenía que arreglarlo", añadió. "Si el motociclismo es justo Márquez debería ganar el título. Y no solo por lo que ha sido capaz de hacer este domingo", indicaban en su entorno. El campeonato sigue siendo cosa de Bradl y Márquez. El Mundial, eso sí, solo parece rendido a los encantos del chico de Cervera.

Márquez, en el podio junto a De Angelis.
Márquez, en el podio junto a De Angelis.DANIEL MUÑOZ (REUTERS)

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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