Vistazo interior al Ferrari de la cultura

El Palau de les Arts celebró ayer su segunda jornada de puertas abiertas en lo que va de mes para acercar a la ciudadanía un recinto que conserva una cierta aura elitista desde su inauguración hace seis años. Más de 2.500 personas se subieron ayer al, parafraseando a Helga Schmidt, "Ferrari de la cultura valenciana" para ver cómo funcionan las tripas de un vehículo cuya carrocería es muy conocida por el gran público. Tras el concierto gratuito dirigido por Omer Meir Wellber en el auditorio, 15 grupos de 80 personas participaron en visitas artísticas y técnicas guiadas hasta las dos de la madrugada. "Lo que más me ha llamado la atención es la grandiosidad de todo lo que hay detrás del escenario", confesaba una señora que había acudido con su hijo veinteañero y que hasta ahora solo había visto ópera en la pantalla de la plaza de la Virgen. Un matrimonio que solo conocía el Palau como espectador de una zarzuela salía fascinado por el clamoroso silencio con que subía y bajaba la inmensa plataforma sobre la que emergía la celda de Fidelio, el protagonista de la ópera de Beethoven. El mismo silencio con que se mueven las 85 varas de las que cuelga "casi todo" sobre el escenario principal del Palau.

Dos ciudadanas de Ucrania que habían visto mucha ópera en Kiev pero ninguna en Valencia, se manifestaban admiradas por "cómo se combina algo tan antiguo como la ópera con una maquinaria tan moderna, toda manejada por ordenador". Una joven pareja que solo había estado antes en el Palau para ver Don Giovanni, se declaraba sorprendida sobre todo por la brevedad de la cita. Él, que organiza visitas en un centro universitario, es partidario "de grupos más reducidos y con un guía personal, porque es más cálido". Doblemente largo,casi una hora de duración, era el recorrido artístico, que concluía con la interpretación de una veintena de piezas de ópera por alumnos del Centro de Perfeccionamiento Artístico Plácido Domingo.