Refinanciar la banca: volvemos al punto de partida

Las necesidades de financiación de la banca europea nos retrotrae, por distintos motivos pero con idénticas consecuencias, al punto de partida de la crisis financiera de 2008, esto es, los Estados se ven obligados a reflotar unas entidades que han asumido unos riesgos más allá de lo tolerable.

La excusa de esta nueva remesa de liquidez pública para salvar entidades privadas vuelve a ser el riesgo sistémico que supondría dejar caer algunos bancos, la paradoja y, quizá, la explicación, de esta diligencia gubernamental a la hora de ayudar a la banca la encontramos en que el problema de esta son, precisamente, otros Gobiernos...

Y aquí encontramos la piedra filosofal de codependencia entre lo público, es decir, los políticos, y lo privado, esto es, las entidades financieras, los primeros dependen de las segundas para poder mantener los dispendios gubernamentales y los segundos necesitan unos políticos receptivos a sus intereses de mercado.

Pero ¿hemos de tolerar una nueva inyección de dinero público para la banca en un momento en que los Estados son más que cicateros con las demandas de las clases sociales más castigadas por la crisis económica? ¿Vamos a tolerar que esa ingente cantidad de recursos se den sin ninguna contraprestación?

¿Nuestra clase política tendrá de una vez el coraje de imponer el criterio político a los bancos priorizando el bien común por encima de los intereses privados? ¿Sabremos, por fin, imponer unas nuevas reglas del juego financiero que eviten de una vez por todas jugar con la prosperidad de la sociedad? ¿Dejaremos escapar esta nueva oportunidad?.