_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Por un puñado de dólares

Al final, ha triunfado Bush. Cuando solo le quedaban seis semanas como presidente, Bush le ha ganado la partida: tropas estadounidenses y navíos de guerra repletos de misiles se instalarán en tierra española. Rota será la sede naval del escudo antimisiles. Zapatero ha sido derrotado.

A cambio, recibirá un puñado de dólares.

Falta que le hacen, ahora que sabemos que el Ministerio de Defensa está al borde de la quiebra, con una deuda que superará los 30.000 millones de dólares por la compra de sofisticado material de guerra. Unas armas que, en palabras del Secretario de Defensa, Constantino Méndez (Congreso, octubre de 2010), "no deberíamos haber adquirido, que no vamos a utilizar en escenarios de confrontación que no existen y, lo que es más grave, con un dinero que no teníamos entonces ni tenemos ahora".

Por ello, lo que más cabrea del inesperado giro militarista del saliente presidente español es que haya dado la espalda a sus principios, a su partido, a los militantes de su partido, a los simpatizantes de su partido, a una sociedad que una vez creyó en él: cuando sacó las tropas de Irak y paseaba por el mundo con una paloma en la mano.

Derrotado por los mercados, Zapatero ha sido vencido ahora por el fantasma de Bush Jr., aquel odioso presidente que creyó que la democracia se podía imponer a bombazos.

Da la impresión de que el presidente era consciente de la traición que perpetraba cuando, el pasado día 5, anunció que entregaba las llaves de Rota para que los yanquis instalen su escudo antimisiles. Por ello, lo que es un acuerdo estrictamente militar y guerrerista, lo presentó como si fuera un acuerdo comercial.

Zapatero desplegó el catálogo de bondades que lloverán sobre la bahía roteña: 60 empleos fijos, 100 temporales, 772 indirectos, 51 millones de euros en gastos de la tropa y 8,4 millones al año para los astilleros de San Fernando por el servicio de mantenimiento.

Las calles de Rota volverán a bullir de nuevo. Como en los viejos tiempos. 1.200 soldados y 100 civiles que, junto con sus esposas e hijos, elevaran la cifra a 3.500 ciudadanos estadounidenses. Todos confían en que irán soltando dólares entre taxistas y hoteles, como sueña la alcaldesa Eva Corrales.

¿Y todo ese maná verdedolar, a cambio de qué?

A cambio de colocar a Rota como objetivo prioritario para los (muchos) enemigos, presentes y futuros, de la primera potencia mundial. El viejo sueño de Ronald Reagan, recuperado por Bush hijo, y materializado con algunos apaños por Obama -¡quién lo iba a decir!- se hará realidad. Occidente se arma contra Oriente. Dicen que para defendernos de futuros misiles que lanzarán desde los lejanísimos Corea y Irán.

Lo peor, con todo, han sido las formas utilizadas por Zapatero. La negociación con Estados Unidos, a lo largo de nueve meses, ha sido secreta. Solo informó a última hora al líder de la oposición, Mariano Rajoy, que obviamente aplaude el acuerdo. Igual que hizo con la reforma constitucional.

¿Y los efectos colaterales? Mortales. Cuando los socialistas parecían levantar cabeza ante la agresión de los nuevos barones populares a los servicios públicos, cuando docenas de miles de docentes y sanitarios se echan a la calle y calientan a la congelada izquierda, Zapatero reaviva el sentimiento antimilitarista de su gente abrazándose a los marines yanquis.

El candidato Rubalcaba ha dicho, con la boca chica, que fue informado por el presidente. Por su alto concepto de la fidelidad al partido, oculta su desagrado ante los dos misiles lanzados en las últimas semanas por quien fuera su jefe: la reforma constitucional y la cesión de Rota. Lo que nos obliga a pensar que quien verdaderamente necesita de un escudo antimisiles es Rubalcaba. Para defenderse del fuego amigo.

¡Bush debe de estar descojonándose de la risa!

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_