Victorias contra el anonimato
El tricampeón mundial del Liceo, Jordi Bargalló, reivindica el hockey como espectáculo
Nació en Sant Sadurni d'Anoia, así que a Jordi Bargalló Poch se le plantearon dos caminos: o el cava o el hockey. Cogió el stick, dice que tarde -"empecé a los tres años"-, pero acabó en A Coruña, en el club que desde hace más de tres décadas compite contra la hegemonía de su tierra. Bargalló se apuntó a ese reto hace nueve años y ahí sigue, con la excepción de una temporada en el Igualada, investido con todos los honores: capitán del equipo, tuvo el honor de subir al balcón del Ayuntamiento herculino para leer el pasado agosto el pregón de las fiestas. Vive un tiempo inolvidable, acaba de ser campeón de Europa con el Liceo y, hace una semana, del mundo con la selección tras derrotar al anfitrión en San Juan, la cuna del hockey argentino. Allí le distinguieron como el mejor jugador del torneo. "Fue una experiencia magnífica, jugar y ganar en un ambiente como aquel, con la cancha llena de gente y un público entendido".
Jugador desgarbado pero con clase, preocupado por que su deporte crezca
El Liceo importa talento, pero ya no es el club comprador de antaño
Al oeste del país, vecina a Mendoza, San Juan es uno de esos enclaves en los que el hockey sobre patines es religión. No hay muchos: Cataluña, Portugal y alguna de sus viejas colonias como Mozambique, derrotada en las semifinales mundialistas por un gol de oro del propio Bargalló, pequeñas ciudades italianas como Novara, Giovinazzo, Follonica o Lodi y, en cierto modo, A Coruña. Hasta el Liceo han llegado evangelizadores sobre patines, argentinos de San Juan como Daniel Martinazzo, portugueses como los gemelos Gomes da Costa y Cristiano o catalanes como Alabart o Canalda, que hoy trabajan una de las canteras más numerosas de la ciudad, la Compañía de María, alternativa a las históricas de Liceo y Dominicos. Bargalló es la última referencia, un jugador desgarbado pero con clase, preocupado porque su deporte se universalice. "Esta temporada se van a ofrecer partidos por Teledeporte. Seguramente perderemos gente en las canchas, pero espero que con esta iniciativa se puedan enganchar", apunta. No será sencillo. El hockey sobre patines da mal en televisión aunque se coloreen las superficies para favorecer la visión de la bola.
Tampoco ayudan otros factores. En algunas partes de España se percibe el hockey como lo que es, un deporte muy vinculado a Cataluña. "No es bueno que de 14 equipos en la OK Liga, sólo dos sean de fuera, pero he hablado con gente de la Federación y me dicen que, por ejemplo, en Madrid han aumentado las licencias entre los jóvenes. Y en Bilbao jugamos el año pasado la Supercopa y había un gran ambiente", explica el capitán del Liceo. Luego están las habituales mochilas que cargan los deportes minoritarios, desatendidos por los focos, por la creciente tendencia de muchos medios a reducir la información deportiva a Real Madrid, Barcelona, Gasol, Nadal y Alonso. "Estuve cinco semanas antes del Mundial concentrado en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat y tenía dificultades para enterarme de la actualidad del Deportivo a través de los medios tradicionales", se queja Bargalló.
Al menos ser campeón sí despierta interés en el país de los resultadistas. "Y ahí tenemos que alzar la voz y hacer ver a todo el mundo que somos ganadores y que el hockey es un deporte que hay que defender". No es una tarea sólo a gran escala, también en el día a día, porque A Coruña, que en su día latió con el hockey, se fue olvidando de esa pasión a medida que el Deportivo le llevó a otras. La pasada semana Eduardo Lamas, presidente del Liceo y exsecretario general para o Deporte de Fraga, alzó la voz para solicitar apoyos al único club gallego que se ha proclamado campeón de Europa. Cinco veces, la última la pasada campaña. "Y no éramos ni mucho menos los mejores del continente", resalta Bargalló.
El Liceo importa talento, pero ya no es el club comprador de antaño. "Nuestro futuro es formar talento joven", anticipa su capitán, que trabajará en ese reto durante los próximos cinco años tras firmar un contrato que le llevará a cerrar su carrera en Riazor. Para entonces espera disfrutar de un hockey más vistoso, favorecido por las nuevas normas que penan al marrullero. Seguramente nunca disfrutará de la popularidad que forjaron en A Coruña viejos ídolos del stick, pero un tricampeón mundial tampoco merece el anonimato. "En Argentina no se creían que fuéramos tan desconocidos en España".
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