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Capital europeo

Cuatro años después de que comenzara la crisis financiera más intensa de las últimas décadas, la recapitalización de los bancos sigue siendo uno de los factores clave y urgentes. Más allá del retraso en la resolución de un problema cuyo diagnóstico parecía fuera de toda duda, las razones por las que esta cuestión ha recobrado fuerza en los últimos meses resultan cuando menos paradójicas. Si durante la primera parte de la crisis la calidad de los activos bancarios fue determinante para analizar la estabilidad de los países, estamos asistiendo al movimiento inverso: es la tenencia de deuda pública la que está condicionando la salud de los bancos. Esta situación ha llevado a un círculo vicioso que es absolutamente necesario romper para evitar una recesión aún mayor. La percepción de falta de capital en los bancos para absorber las posibles pérdidas asociadas a las posiciones en países periféricos ha bloqueado los mercados de financiación y, por tanto, la capacidad del sector bancario de canalizar los flujos de capitales, con el consiguiente impacto negativo en la concesión de crédito.

Solo una recapitalización que cubra escenarios por imposibles que parezcan puede generar confianza

En dicho contexto, las decisiones adoptadas por el BCE esta semana tienen un objetivo claro: actuar como prestamista de última instancia y garantizar que, si los bancos no se prestan entre ellos, será la autoridad monetaria la que lo haga a través de subastas ilimitadas de liquidez a 12 meses y compra de bonos bancarios colateralizados. Sin embargo, esta medida, aun siendo necesaria y crucial en el momento actual, es, desde luego, insuficiente para que podamos asistir a una normalización de la situación financiera.

Una vez garantizada la liquidez, el siguiente paso debería ser la recapitalización del sector, cuya articulación todavía presenta numerosas incógnitas y vuelve a enfrentar los intereses no ya solo de los países de la UE, sino de sus sistemas bancarios. Entre los aspectos más controvertidos resulta clave la determinación del perímetro de cálculo. Cuestiones como a los títulos de qué países se les aplicará un recorte, qué tipología de activos se considera o qué recorte se asume en su valor son factores tan abiertos que han dado lugar a estimaciones que oscilan entre los 100.000 y los 600.000 millones de euros. En cualquier caso, solo una recapitalización contundente, que cubra escenarios absolutamente extraordinarios por imposibles que parezcan, permitirá generar la confianza necesaria. Pero, junto a la importancia de la cantidad de capital, hay aspectos no menos relevantes que condicionarán extraordinariamente su efectividad, como son el momento en el que se realice, la obligatoriedad del mismo o los instrumentos que se utilicen.

Incluso si asumiéramos que el plan cumple con todos los requisitos necesarios para garantizar su efectividad, el problema de fondo que ha llevado al sector bancario a la situación actual -desconfianza sobre la capacidad de algunos estados periféricos de hacer frente a sus deudas y falta de marco de actuación supranacional- continúa estando presente y su resolución es absolutamente necesaria para que realmente podamos asistir a un escenario de normalización en los mercados financieros y, con ello, a una paulatina recuperación del ciclo económico.

Alfonso García Mora y Paula Papp son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Afi).

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