El cielo del anonimato
La imagen del zapatero Christian Louboutin persiguiendo entre dunas de arena y arrozales los zuecos de campesina portuguesa de la sombrerera madrileña Fátima de Burnay es una de esas sorpresas que solo pueden presentarse en Comporta. Por este paraje en el extremo sur de la península de Tróia, propiedad en su mayoría de la familia Espíritu Santo, se pasean artistas ibéricos de todo pelaje, decoradores parisienses y algunos de los mejores arquitectos de la vieja Europa.
El artista alemán Anselm Kiefer ha sido el último en instalarse cerca de una de sus inmensas playas, esas por las que Carolina de Mónaco o Sofia Coppola pueden pasar totalmente desapercibidas gracias a los kilómetros y kilómetros de arena que permiten una intimidad que ya no garantiza ni el más exclusivo rincón del Mediterráneo.
Carolina de Mónaco puede pasar desapercibida en sus kilométricas playas
Instalarse en una de las sencillas cabañas de alquiler es uno de esos lujos sin aparente lujo que han convertido Comporta (tan popular y familiar como refinada y exclusiva) en un lugar paradisiaco en el que el océano, el arroz y el viento forman un triángulo sagrado de placeres terrenales.
El aire atlántico y el mar abierto le dan ese punto agreste y salvaje que permite pasear horas en sus playas. Y las tertulias de las tardes en las viejas villas señoriales de paredes esmeralda y sofás de terciopelo dorado o la presencia de personajes tan atemporales como Larissa, aquella íntima amiga de Andy Warhol que se mantiene fiel a su aire de musa underground, sirven de aviso: sí, aún existe una forma de vida, bohemia y con suerte, no tan perdida.
Destino playero. A una hora en coche al sur de Lisboa (Portugal), en la península de Tróia. Alojamiento recomendado: www.casasnaareia.com. Información turística: www.herdadedacomporta.pt/pt
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