Francia multicolor
Luz y sonido para celebrar en Reims 800 años de catedral. Veintitrés proyectores recuperan al milímetro la policromía de la fachada. Un aniversario estrella para adentrarse en la región de Champagne-Ardenne
Catas de los mejores espumosos y sendas por bosques perdidos, dos invitaciones para vivir con misterio y hedonismo la región Champagne-Ardenne. Un brindis por su catedral y parada en la patria natal de Rimbaud. Champagne-Ardenne es una pequeña región del noreste de Francia fronteriza con Bélgica que junta departamentos separados por algo más que un guión ortográfico. El atractivo para el visitante es poder recorrer esos dos mundos diversos en un viaje corto saltando de la noche al día con un solo depósito de gasolina. De sur a norte, la transición va de lomas repletas de viñedos a montañas cerradas con hayas y robles, de viticultores ejecutivos se pasa a habitantes de bosques sombríos, en una región donde los monjes luminarios fueron vecinos de los poetas malditos y hoy es posible unir ambas rutas en un viaje que va del champán a la absenta.
Más en detalle, la ruta parte de los muros iluminados de una catedral con 800 años y llega a la oscura casa de un poeta que no pasó de los 37. A menos de una hora de París, este esquinazo del hexágono golpeado por casi todas las guerras, enseña además sus viejas heridas y exhibe trincheras, búnkeres y recreaciones de batallas, junto a bosques susurrantes y pueblos en meandros trazados con perfecto compás. Y si atendemos a los fabricantes del champán que ensalzan las virtudes del subsuelo frente a otros que las sitúan más en la mezcla, recorrer Champagne-Ardenne entera es como dar la razón a ambos: el viaje puede ser tan geológico como metafísico al pasar de un mundo de tiza a otro de pizarra, dos elementos tan opuestos como complementarios. Para escribir uno debe desgastarse en el otro.
Mundo Champagne
Para meter un pie en el mundo del champán basta con visitar alguna bodega de Reims y sobre todo la vecina Epernay a 30 kilómetros, verdadera capital de las burbujas. Pero para zambullirse del todo hará falta un vehículo. Y prudencia: compartir el volante o dosificar las catas. El premio será rodar por una Falcon Crest de lomas redondeadas sin más horizonte que las cepas, atravesando las tres uvas estrella: del territorio chardonnay en la Côte des Blancs a la pinot noir de la Montaña de Reims para terminar en el valle del Marne, la reserva espiritual de la pinot meunier.
Para comenzar, conviene partir de Hautvillers, cerca de Reims, donde se puede ver la abadía de Dom Perignon, el monje benedictino que en 1670 aprovechó una segunda fermentación del vino convirtiéndolo en espumoso y que junto al memorial del general De Gaulle ostenta una de las tumbas más visitadas de la región. Con más o menos leyenda, cuentan que su eureka fue un comedido: "Bajad hermanos, hay un vino que tiene estrellitas".
De aquellas estrellitas se ha pasado a los caldos estrella, con 5.000 productores de champán, 10.000 marcas diferentes y botellas que rozan los 2.000 euros. El número de bodegas visitables pasa de cien y los exportadores se han convertido en barómetros del lujo, una especie de CIA enológica que puede certificar que los chinos se han sumado al brindis mundial mientras han caído los holandeses.
La elección de las bodegas puede hacerse a medida, algunas se recorren en un pequeño tren como las de Mercier; otras son más didácticas, como Veuve Clicquot y Moët&Chandon, y las más sorprendentes esconden un laberinto de galerías como la fastuosa Pommery o se alzan sobre viejas abadías como la de San Nicasio en el caso de Taittinger. Las visitas duran hora y media, algunas son en castellano y se rematan con una cata final. Todas exigen cita previa y rondan los 8 euros.
RUINART
» 4 Rue des Crayères. Reims. Web: www.ruinart.com. Teléfono: 0033 326 82 88 43.
Ostenta ser "la Maison de Champagne más antigua", o por lo menos la que conserva la primera anotación de venta: el 1 de septiembre de 1729, con la bella y florida caligrafía de Nicolas Ruinart. Bajo sus suntuosos edificios, esconde un entramado de bóvedas subterráneas de tres pisos y ocho kilómetros, vestigios de unas antiguas canteras romanas, ideales para la maduración y fermentación del champán en silencio y penumbra monacal. El recorrido es sobrecogedor, se atraviesan catedrales de tiza sumergidas a 38 metros iluminadas como tenues Tindayas, por un sube y baja de escaleras entre hileras de pupitres y botellas. En la superficie, una especie de museo con carteles de Muscha y diseños salomónicos de copas aflautadas para evitar discusiones entre copistas o flautistas.
KRUG
» 5 Rue de Coquebert. Reims. www.krug.com. Teléfono: 0033 326 84 44 45.
Krug es a las bodegas de champán lo que elBulli a los restaurantes. La gloria que se siente al traspasar su puerta es tan grande como la dificultad de hacerlo. Con miles de solicitudes, las visitas funcionan solo por invitación. Si se logra acceder, uno se suma a nombres como Oscar Wilde, Coco Chanel, Ernest Hemingway y otros ilustres amantes de sus champanes. La atención es exquisita. Se muestran las únicas 14 botellas que quedan de 1880, expuestas como tesoros de un naufragio, y se escuchan citas de André Malraux: "Hay obras que hacen pasar el tiempo y obras que explican el tiempo". Lo mejor, la cata final, un lujo donde se descorchan tres botellas que suman los 1.500 euros. Todo explicado con metáfora musical. Primero la gloria proveniente en exclusiva de una parcela de oro como el Clos de Mesnil: el solo de violín. Después las grandezas de un año caluroso como 1998, pura sinfonía vintage. Y se termina con un gran cuvée que congrega 120 vinos: la orquesta en pleno, suena hasta el triángulo.
PHILIPPONNAT
» 13 Rue du Pont, Mareuil Sur Ay. Web: www.philipponnat.com. Teléfono: 0033 326 56 93 00.
Interesante por incluir una visita exterior a uno de los mejores viñedos de la región: el Clos des Goisses, 5,5 hectáreas de pendiente de oro totalmente orientadas al Sur sobre el río Marne y que esconden en su interior pura tiza. Su 40% de inclinación convierten a este Tourmalet de cepas en un paraíso tropical donde no hay racimo que escape al sol. La rampa es tal que durante la vendimia instalan redes para evitar caídas de sus recolectores acróbatas. Por debajo las raíces gozan de una mineralidad excelsa. Resultado, un espumoso angelical que se elabora con solo uva de esta parcela mágica, con más pinot noir que chardonnay. En la cata, el excelente 2000 a 130 euros la botella, con una alquimia de no creer: aromas de mango, piña y miel, junto a café, tabaco y humo... más exquisito, si cabe, junto a un queso de vaca cuadrado de nombre para anotar: Maroilles.
FRANCK PASCAL
» 1 Rue Valentine Régnier, Baslieux-Sous-Châtillon. Teléfono: 00 33 326 51 89 80).
Valle del Marne, los pagos de la pinot meunier, la uva más denostada del triunvirato champanés. Conviene llegar hasta aquí para probarla y conocer a pequeños productores como Franck Pascal, un mago de la biodinámica que atiende a las visitas con la misma franqueza con la que bautiza a sus champanes: Sagesse, Harmonie, Tolerance. Criticada por algunos por excesivamente esotérica, la biodinámica incluye respetar lunas y algo de homeopatía, como el uso de bases hechas de plantas y minerales. En el caso de este pequeño productor -cuatro hectáreas y 30.000 botellas al año- la elección fue biográfica, cuando tras un servicio militar destinado en tóxicos de combate decidió eliminar todos los plaguicidas en el campo y comenzó una labor artesanal tan cara como ética. El mimo al campo le obliga a tener un empleado por hectárea y embotellar en un digno, pero feo color marrón. El resultado son unos champanes limpios, capaces de comenzar el aperitivo y acompañar la comida, ya sea para crustáceos o caza. En la cata, las pruebas, como el Harmonie 2005 a 43 euros, un champán de culto hecho todo con pinot meunier. Un brindis por las minorías.
Mundo Ardenne
Dejando a un lado las evocaciones de castañas frescas en la segunda nariz o los aromas a ciruela claudia y matices de bayas rojas recién recogidas... es en la vecina Ardennes, nuestro próximo destino, donde la poesía nos bajará a las tripas. Primera parada: la capital Charleville-Mézières, una pequeña ciudad que luce gris viniendo de la claridad del mundo de los espumosos y que recibe con una hermosa plaza Ducale gemela de la place des Vosgues en París. Fue aquí en 1854 donde el precoz Rimbaud vino al mundo, cuando la ciudad sumaba solo 10.000 habitantes. En estas calles parió versos como Soñar es indigno o Tenemos fe en el veneno, dejando claro que los aromas de su vida iban a ser así, en su primera y última niñez.
Junto a un brazo tranquilo del río Meuse, encontramos en un antiguo y bello molino del XVII el Museo Rimbaud (Quai Rimbaud. 0033 324 32 44 65). En una primera sala figuran manuscritos como su cuaderno de inglés abierto por la B: "Background, backside..." y el telegrama que le dirigió su madre antes de partir al hospital de Marsella donde el poeta yacía moribundo, con una despedida de dos palabras: "Courage et Patience". Entre los objetos destacan su valija africana, tamaño baúl, y los cubiertos de viaje de un hombre siempre en fuga -el de las "suelas de viento", según le definió Verlaine- para el que la vida era "el aire y el mundo no buscados". Al lado, los misteriosos autorretratos en Harare y un par de mercados africanos borrosos fotografiados por él mismo de su época de contrabandeo.
En la sala contigua, los homenajes que la extendida rimbaudmania ha dado a luz, como las ilustraciones de Fernand Léger para el poemario Iluminaciones o las fotos de torsos desnudos de Robert Mapplethorpe para Una temporada en el infierno. La última en llegar, Patti Smith, aporta dos fotos, una de ellas el camino al lavadero que frecuentaba. Ya en la calle, toca cruzar la acera para rematar la visita en La Maison des Ailleurs (0033 324 58 49 60), la casa que habitó el poeta en plena efervescencia, cuando de los 15 a los 19 años vomitó todos sus versos. Hoy las salas han sido intervenidas sonora y visualmente por artistas contemporáneos para dar pinceladas del mapamundi que recorrió el enfant terrible en su fuga: gaviotas en Marsella, cantos de Java, bocinas de barco en Aden.... En Sol y carne ya lo dijo: "¡Y el horizonte huye en una eterna huida!".
La sombra de Rimbaud no acaba ahí. En el pequeño pueblo de Juniville, a 62 kilómetros al sur, en pleno Pays Rethélois, donde los silos ganan en altura a las catedrales, encontramos huellas de su descubridor y amante Paul Verlaine. Nacido en Metz, el poeta saturniano se refugió en Juniville en 1880, tras pasar su tormentosa relación con Rimbaud y nuevamente enamorado de uno de sus alumnos de la cercana Rethel. Verlaine alquiló una granja en un amago por hacerse campesino, aunque solo ejerció de contemplador en las labores agrícolas y el único callo que cultivó en sus manos siguió siendo el de la pluma. En estos parajes ultimó Sabiduría y organizó entero Antaño y Hogaño, con versos cargados de religión y arrepentimiento que escribía con "los pies magullados, los ojos turbios, la cabeza pesada". Fue la antesala a su malograda vuelta a París. Hoy se visita el Auberge Verlaine (1, rue Pont-Pâquis. 0033 324 39 68 00), la posada que frecuentaba el poeta donde se han adaptado habitaciones de época, objetos de escritorio y maravillosos dibujos en tinta de su propio trazo, como uno de su admirado Rimbaud, cuerpo entero y pipa en mano. El museo celebra exposiciones monográficas, la última dedicada a la absenta.
Tras la poesía, nos queda el norte de la región, o lo que es lo mismo, todo el bosque. Un tercio de las Ardennes son pura selva, un paraíso para robinhoodes, no extraña que su símbolo sea el jabalí. Se recomienda tomar la carretera que serpentea junto al río Meuse y recorrer sus bellos pueblos-meandros como Monthermé, en pleno reino de la pizarra. De vuelta, se puede pasar a las Ardennes belgas y acercarse hasta pueblos como Bouillon para admirar su fortaleza y reafirmarse en que las mejores patatas fritas siguen haciéndose en la patria de Tintín.
Ahora toca leer a Julien Gracq y su novela sobre la guerra Los ojos del bosque, en la que dedica 16 calificativos a los bosques de las Ardennes convirtiéndolos en un protagonista más con apellidos tan certeros como bosques melenudos, insólitos, enclaustrados, adormecidos, mágicos, susurrantes... Ejemplos de esos susurros se oyen perfectamente en arboledas salvajes como las que cubren la carretera que va de Haybes a Hargnies, donde dominan las hayas y los robles alternados con otras interesantes masas de carpes y abedules. En el interior, senderos bien balizados para pasear y asomarse a balconadas legendarias como Roc La Tour, donde se pierde de vista todo trazo humano.
Para terminar, cerca de Fumay se abre una oportunidad única: ver los bosques desde el cielo, sobrevolarlos por encima de su dosel. El parque Terraltitude (0033 324 57 57 59) incluye una espectacular tirolina de más de un kilómetro de vuelo libre sobre las copas que atraviesa el propio río Meuse y desciende a 115 kilómetros por hora cayendo en pleno corazón del bosque. El récord de edad lo tiene un hombre de 85 años, que inmediatamente, dicen, quiso repetir. Pura adrenalina. Y los que quieran sobredosis pueden completar en Nocturnia (D946 Bois de Roucy, entre Vouziers et Grandpré; 0033 324 71 07 38), un parque dedicado a los habitantes más trasnochadores de la foresta que incluye los sábados un interesante y didáctico paseo para vivir a luz de luna avistamientos de lechuzas y un encuentro con lobos, ideal para despedirse con versos de Rimbaud en su propio escenario: "Cae la noche, corsaria negra". Telón.
Reims. Pantalla de piedra
Las luces de 'Sueño de colores' iluminan la catedral para celebrar sus ocho siglos. Capital de las coronaciones reales, Reims fue masacrada al 80% en la I Guerra Mundial, hasta el punto de que las campanas de la catedral se fundieron por el fuego. Por eso parece un milagro que conserve en pie y bien restablecidos sus monumentos declarados patrimonio por la Unesco. En un entorno totalmente moderno de ciudad francesa, uno descubre el palacio Tau (antigua residencia arzobispal, que alberga un museo con los tesoros de la catedral), la basílica y antigua abadía de Saint-Rémi (con las reliquias del santo y el museo de historia y arqueología de la ciudad) y la joya de la corona: la catedral de Notre- Dame de Reims, que este año cumple 800 primaveras. Para festejarlo, los escenógrafos audiovisuales de Skertzò,
Jean-Michel Quesne y Hélène Richard, han concebido una orgía de color sobre su fachada gótica que recupera la policromía de sus constructores medievales. Cuando se estrena la noche y durante 25 minutos, con dos pases seguidos, se proyecta desde mayo una película hecha a medida de la imponente pantalla de piedra. Con una minuciosidad de lupa, se cubren al milímetro todas las estatuas, el rosetón, las jambas... y la catedral en pleno va tomando color cincelada a golpe de píxel gracias a un trampantojo de alta tecnología.
El milagro es que 800 años después la fachada vuelve a contar su historia. El sonido acompaña, la proyección del andamiaje de los canteros y sus martillazos dan paso a las trompetas que anuncian la coronación de reyes, para terminar en una pirotecnia desenfrenada donde el efecto de los 23 proyectores transforma la fachada alternando pinceladas impresionistas tipo Monet, solarizaciones a lo Man Ray y los grafitis estilo Keith Haring. Es el postre, la historia del arte concentrada sobre piedramilenaria.
De día, el templo muestra sus mejores galas en su silencio de piedra: la capilla con vidrieras de la pasión según Chagall es una de sus joyas, y el pórtico con el famoso ángel de la sonrisa se ha convertido en emblema de la ciudad. Junto a él, otras 2.303 estatuas rodean la seo, que levanta su imponente mole de 138 metros de largo por 30 de ancho con torres de 83 metros renacidas de las cenizas gracias a la ayuda de, entre otros, el señor Rockefeller.
Del resto de Reims, además de sus bodegas, destaca la capilla Foujita, en el 33 de la Rue Champ-de-Mars, mandada construir por el pintor japonés, que frecuentó los círculos bohemios de Montparnasse y se convirtió al cristianismo en esta ciudad pasando a llamarse Léonard en homenaje a su admirado Da Vinci. Como agradecimiento a la ciudad, levantó un pequeño templo de inspiración románica en el verano de 1966. Fue su última obra; él mismo se encargó de los frescos, que trazó con técnicas medievales como otra fiesta de color, esta vez más personal. Hoy Reims se llena de japoneses que vienen a contemplar la interpretación bíblica de su paisano, que permitió además retratarse como un espectador más en el calvario.
En octubre, el espectáculo Rêve de couleurs (Sueño de colores) tendrá lugar de viernes a domingo, a las 20.30.
» www.cathedraldereims.fr/schertzo
Museos bélicos. Turismo de trincheras
Sedan, Meuse, Marne... la toponimia de Champagne-Ardenne está llena de metralla y recuerdos de batallas. La oficina de turismo compila bajo el lema "Un campo de batalla, tres guerras" todos los museos y lugares de interés que la guerra franco-prusiana, la Gran Guerra y la II Guerra Mundial dejaron tras de sí en este bulevar de invasiones. Hay senderos balizados para seguir los pasos del heroico sargento York, memoriales, cementerios de todas las nacionalidades,museos de la Resistencia, búnkeres y mojones de liberación en la carretera que usaron los aliados en 1944. Entre losmonumentos defensivos más antiguos destacan el castillo fortaleza de Sedan o la ciudadela de Rocroi. En Reims, el Museo de la Rendición conserva intacta y solo se han vaciado los ceniceros en la sala donde el 7 de mayo de 1945 se firmó con pluma Parker y de madrugada la capitulación del ejército alemán. Y el año próximo se estrenará en Ardennes la ampliación del Musée Guerre et Paix, que centraliza toda la historia, los uniformes, municiones y blindados de las tres grandes guerras.
Charles Philipponnat - Viticultor. Burbujas sinceras
"Trabajo, trabajo, trabajo". Son los tres secretos que el viticultor Charles Philipponnat revela que, desde 1522, le ha transmitido su familia para dar con el mejor de los espumosos. En la eterna discusión entre terruño o mezcla, el maestro dice que nada vale tanto como el oficio. Dentro de ese trabajo destaca por su sinceridad, sus etiquetas desvelan hasta la fecha del degüello, dando un plus de honestidad a la frase in vino veritas. Philipponnat conoce la deriva del mundo a través del paladar: "Se terminaron aquellos jarabes azucarados de antaño, caminamos hacia champanes más secos, porque vivimos de forma más ligera".
Marc Gaillot - Guía. Verlainemanía
Marc Gaillot llegó por primera vez al Museo Verlaine de Juniville como albañil para arreglar una cañería, pero ese día el guía oficial del museo faltó y le conminaron a bajar de la escalera para atender a una visita. Marc Gaillot cuenta que leyó algunos carteles para explicar algo del museo y añade: "El resto me lo inventé". A partir de entonces no dejó de leer al poeta, hasta convertirse en uno de sus grandes expertos y, de paso, en el guía oficial del museo. No se sabe si la albañilería ha perdido a un manitas, pero está claro que mucha gente se acerca para escucharle. "Verlaine escribió 25.000 cartas", cuenta, "lo que da una media de cinco al día. En las que yo llevo leídas, he contabilizado ya 44 amantes oficiales. Y, eso sí, solo un gran amor perdido: Mathilde". Para Marc Gaillot, la atormentada relación con Rimbaud fue superada por Verlaine, no así la pérdida de su mujer. Reivindica que Verlaine se merece cierta verlainemanía: "Es moderno en fondo y forma, todos sus poemas esconden mensajes contrarios a lo que aparentan, como hacían los trovadores cargados de inteligencia, salvo en los poemas de amor, donde lo que hace es dejar hablar directamente a la herida".
Alain Tourneux - Conservador. Amigo nómada
En el cementerio de Charleville-Mézières, donde se encuentra la tumba de Rimbaud, decidieron instalar en 2006 un buzón a la entrada con la efigie del poeta para evitar la masificación de objetos y cartas que aparecían junto a la lápida. Bernard Colin, encargado del camposanto, vacía tan ilustre recipiente y cuenta que abundan cosas extrañas: "Sobre todo son medallas, y una vez alguien dejó una botella de absenta medio llena". También Alain Tourneux, conservador del Museo Rimbaud, tiene acceso a la correspondencia que llega a correos de la ciudad con el nombre del poeta. "La mayoría son cartas de jóvenes que se dirigen a su amigo Arthur, no faltan las declaraciones de amor, y las direcciones son muchas veces inventadas". Dice Tourneux que la relación de Rimbaud con su villa natal fue conflictiva: "Siempre tuvo la necesidad de huir, pero siempre que volvió lo hizo aquí. Esta ciudad fue su puerto de amarre, llegó a llamarla la atroz Charletown, pero también desde África escribió que añoraba los paisajes y las cuevas de las Ardennes". De momento, 200 cartas han llegado a la villa natal del poeta, que aventuraba en un poema: "Soy realmente de ultratumba".
» Oskar Alegría es autor del proyecto de retratos de ciudades www.lasciudadesvisibles.com
Guía
Cómo ir
» De París a Reims, desde la Gare de l'Est parten trenes cada hora. El trayecto sale por 30 euros y dura 45 minutos. Información: www.tgv-europe.com.
Dormir
» Le Dormeur du Val (0033 324 42 04 30). 32 Rue de la Gravière, Charleville-Mézières. Hotel moderno y rimbaudiano. La habitación doble, 100 euros.
» Hotel Au Touring (0033 326 47 38 15). 17 Boulevard du Général Leclerc, Reims. Céntrico y cómodo. Doble, 56 euros.
Comer
» Brasserie du Boulingrin (0033 326 40 96 22). 48 Rue de Mars, Reims. Junto al mercado. Menú brasserie, 18 euros.
» Le Diapason (0033 324 59 94 11 25). Quai Rimbaud, Charleville-Mézières. Gastronomía ardenesa con toque moderno. Menú entre semana, 25 euros.
» La Table du Pays (0033 324 40 42 46). Hargnies. Cocina de sabor en un pueblo de montaña. Cacasse à cul nu y otras delicias ardenesas por unos 20 euros.
Información
» Turismo de Champagne-Ardenne (0033 326 21 85 80; www.tourisme-champagne-ardenne.com).
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