Gran Sandrine Piau en Santiago y decepcionante Albelo en A Coruña
Las dos citas líricas más importantes de Galicia han llegado a su fin por este año. El XII Ciclo de Lied de Santiago acabó con un soberbio recital de Sandrine Piau, con Roger Vignoles al piano. El pianista inglés cumplía su décimo aniversario como codirector artístico del ciclo, lo cual fue celebrado al final del recital con unas palabras de admiración y agradecimiento de quien ha sido alma mater del mismo, el recientemente nombrado director del Auditorio de Galicia, José Víctor Carou. La soprano francesa demostró que no solo es una de las mejores intérpretes de ópera barroca, sino que su arte se extiende con gran flexibilidad a épocas y estilos más recientes.
Las cinco canciones de Fauré fueron casi un precalentamiento, pero la brillantez vocal se tiñó ya de expresión en Après un rêve. Luego, cinco canciones de Liszt mostraron la altura artística de ambos intérpretes, la atención al detalle de Piau, espléndida en algún sutil cambio de timbre en Debussy, y la grandeza interpretativa, llena de serena pasión, de su Strauss.
El 59º Festival de A Coruña terminó su recorrido con dos representaciones de L'elisir d'amore, de Gaetano Donizetti. La producción, del Teatro Villamarta, de Jerez, está basada en una escenografía de telones pintados de rancio aspecto, en la línea de la etiqueta de antiguas bebidas espirituosas, que enmarca un suelo de césped artificial y un telón de fondo, igualmente trasnochado, pintado de cielo y nubes. Escenografía y vestuario están firmados por Jesús Ruiz. La muy anodina iluminación y la dirección escénica, de rutinarios movimientos de grupos y exagerados gestos, son de Francisco López.
Entre los cantantes, descolló Celso Albelo, un tenor en ascenso, siempre fiel al festival que lo descubrió hace años. Su interpretación de Nemorino, sin embargo, resultó algo afectada desde el punto de vista vocal. Cantó la popular Una furtiva lacrima lentísima y algo exagerada de expresión, lo que no impidió que fuera muy ovacionada por el público. Teatralmente, llegó a traspasar la raya del histrionismo en más de un momento. Frente a tanta afectación, la sobria Adina de Irina Lungu pareció inexpresiva a algunos, pero siempre estuvo a un correcto nivel dramático y, sobre todo, vocal. Javier Franco se mostró algo inseguro de afinación en más de un momento. La Sinfónica de Galicia prestó eficaz servicio a la partitura de Donizetti bajo la dirección de Cristóbal Soler.
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