Que también paguen los chinos
Hay básicamente dos grandes problemas en la Europa actual: la falta de ingresos de los países miembros y el acuciante paro. Una mal entendida globalización ha hecho que liberalicemos nuestro mercado facilitando la entrada de productos chinos. Evidentemente, la Europa de los derechos sociales jamás podrá competir contra un régimen comunista que somete a sus trabajadores a condiciones laborales inadmisibles.
La imposición de aranceles a los productos orientales bastaría para que los Estados europeos recauden fondos y los empresarios no tengan la tentación de localizar sus fábricas bajo una dictadura con condiciones de trabajo infrahumanas.
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