Caprichos de bodas y bodorrios
Zapatos, lencería e incluso paraguas blancos en El Tocador de la Novia
Jordi Anguera lleva casi 20 años haciendo vestidos de novia. El universo de la boda le tiene atrapado, y por eso decidió que con el taller no tenía suficiente. "Fue la clienta quien me transmitió en el día a día sus inquietudes sobre los complementos. Yo les hacía el vestido y ellas me preguntaban dónde podían comprar esto o aquello. Se recorrían decenas de tiendas distintas", recuerda el modisto catalán. Por eso empezó a tener en su taller algunos zapatos. El problema, dice, es que tener solo algunos nunca era suficiente. "Con cuatro o cinco modelos no arreglaba nada", explica. Por eso decidió ir más allá y crear El Tocador de la Novia, una cadena de tiendas donde Anguera promete que, menos el novio y el vestido, la novia encontrará todo lo que necesite el día de su boda.
Lo que comenzó como un experimento en Barcelona es hoy una cadena de tiendas también en Madrid, Sevilla, Valencia, Zaragoza. Las dos de la capital catalana son propiedad de Anguera, y el resto, franquicias. "Pero tengo muy en cuenta el perfil del franquiciado. Esta tienda se tiene que sentir. Por mucho que tenga dinero, si no encaja en lo que buscamos, no habrá tienda. No quiero inversores. Busco alguien a quien le guste el tipo de producto que tenemos, que lo mime, que le interese la moda e incluso el mundo de la novia", explica el modisto. Además de las dos tiendas de Barcelona, Anguera y su equipo controlan también la venta online, que aunque no es un canal con volumen muy elevado de facturación, les sirve, aseguran, para monitorizar el mercado y saber en qué ciudades hay más demanda sin cubrir.
En El Tocador de la Novia están estudiando ahora cómo aumentar "la familia" de tiendas. En Sudamérica creen haber establecido contactos con futuro para exportar la idea. "Hay personas interesadas, porque quieren producto español", defiende. También estudian desembarcar en otros mercados europeos y preparan para ciudades españolas pequeñas un concepto de minifranquicia. "Hoy una tienda completa sale por entre 120.000 y 150.000 euros. Para una ciudad pequeña, puede ser demasiado. Por eso estamos ideando un formato que pueda llevarse a cabo con unos 60.000 euros", adelanta Anguera.
"La ventaja para la novia es que tiene todos los complementos juntos. No tiene que pasearse por media ciudad para cada detalle. Además, encuentra un equipo asesor, ya que todas las dependientas están al día en cuestión de tendencias", promete el dueño. La lencería que venden, por ejemplo, la eligen teniendo en cuenta los escotes que se llevarán cada año. Entre el producto que se adquiere en Barcelona y el de Madrid, hay algunas diferencias. "Cada tienda se adapta poco a poco a su público. Madrid tiene una clienta más conservadora que Sevilla o incluso Barcelona, donde se hacen compras más atrevidas", dice.
"En este sector todo evoluciona mucho de una temporada a otra. El tipo de tacón, por ejemplo", explica. Los zapatos fueron precisamente los que centraron el negocio en sus inicios. "La sorpresa es que nos empezaron a pedir mucha lencería. La buscamos. Y casi es el 50% de lo que vendemos ahora", apunta. También venden bisutería, tocados, velos y hasta paraguas blancos, para que no desentonen en las bodas lluviosas.
Según Anguera, para llegar al mayor público posible, tienen calzado entre los 50 euros y los 300 euros. Tocados desde 6 euros a más de 450 euros. "No nos queremos posicionar en un segmento concreto", dice. La competencia más dura la tienen con el producto chino. "Nosotros lo tenemos todo europeo, porque yo, hoy por hoy, creo que es producto de mayor calidad", justifica. ¿La novia es más despreocupada a la hora de gastar? "La crisis se ha notado. Antes miraban menos las etiquetas. Y a eso también nos hemos adaptado. Todavía vienen novias que no miran ni la factura. Pero otras tienen presupuestos ajustados", dice. ¿Lo más difícil del negocio? "Lo único que me hace sufrir es si un pedido se retrasa. Porque la novia lo quiere para un día, y si llega después, no le servirá de nada", dice. -
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