"Ahora cada función es un desafío"

Atahaulpa del Cioppo dedicó su vida al teatro. El director uruguayo renovó la escena iberoamericana, introdujo las nuevas tendencias y consolidó la pasión dramatúrgica con una legión de alumnos. El Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) ha puesto su nombre al galardón que concede cada año para valorar las carreras de los grandes talentos que pisan las tablas o dirigen tras los telones a un lado y otro del Atlántico. El certamen ha elegido este año a la actriz catalana Nuria Espert, aunque la entrega del galardón ha tenido que adelantarse para aprovechar la presencia en Cádiz de su obra La violación de Lucrecia, que hoy podrá verse en el Teatro Moderno de Chiclana y que recalará en el Lope de Vega de Sevilla de 1 al 4 de diciembre. La artista asume esta obra, basada en un texto de Shakespeare, como la culminación de toda una carrera, aunque, no es, ni mucho menos, una despedida. Para el año que viene ya tiene previsto representar La loba, de Lillian Hellman

"Me he estado preparando toda la vida sin saberlo para este papel"

Pregunta. ¿Qué referencias tiene del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz?

Respuesta. Lo conozco desde hace mucho. Es un puente maravilloso entre España y los países de América Latina. Ha otorgado sus premios a gente muy importante que allí ha luchado por el teatro y que lo han convertido en algo potente. Este premio me llena de satisfacción porque lleva el nombre de una persona a la que admiro muchísimo y a la que tuve el placer de conocer en Venezuela.

P. ¿Cómo fue ese contacto?

R. Estábamos juntos en un festival y coincidimos varias veces hasta hacer una pequeña amistad que se ha mantenido durante todo el tiempo. Él formó El Galpón, que es un referente para el teatro universal. De allí salieron actores prodigiosos. Algunas de ellos vinieron a España y no paraban de hablar y contar sobre el papel de Atahualpa.

P. El FIT se vuelca cada año en mantener ese puente del que hablaba entre España y América. ¿Cómo de fuerte está ese puente?

R. Yo siempre he tenido contactos muy fuertes, además de que he viajado mucho. He tenido actores y directores latinoamericanos con los cuales he hecho cosas estupendas y por los que tengo una admiración sin límites.

P. En alguna crítica se ha destacado que su participación en La violación de Lucrecia parece el papel para el que ha trabajado toda su vida.

R. Yo creo que me he estado preparando toda la vida sin saberlo para llegar a esta cosa. Es verdaderamente difícil de hacer y no sé si hubiese podido hacerlo antes. Si no se hace antes es porque no se puede. La violación de Lucrecia me ha traído alegrías en estos momentos de mi vida en los que cada función es un desafío.

P. ¿Y por qué es tan intensa esta obra? ¿Qué aguarda al espectador?

R. Es una obra muy violenta y muy bella a la vez. Es trepidante y poética. No está escrita para ser representada. Se escribió como un poema pero el joven Shakespeare escribió unos monólogos verdaderamente deslumbrantes, tanto o más que los que después introdujo en Macbeth o Hamlet. Ahí está el talento y con Miguel del Arco, el director, hemos tratado, y parece que conseguido, que los personajes del violador, Lucrecia y el esposo estén realmente vivos no para ser contados sino verlos vivir. Además con la profundidad de Shakespeare, llegas a comprenderles.

P. ¿Incluso al violador?

R. Sí, podemos llegar a entender que un hombre puede perder el control sobre sí mismo o su destino, jugarse su futuro por una pasión que es incapaz de controlar. Supongo que para eso hace falta un aprendizaje. Es decir, no se pasa directamente de la bondad a un crimen como el que se relata aquí. Hay un momento crucial en la vida de esa persona que va a pagar carísimo, el desatarse de sus pasiones y no saber controlarlas.