La Comisión Europea aplaude los ajustes griegos
"La suspensión de pagos incontrolada de Grecia o su marcha de la zona euro no son una opción, no es un escenario que contemplemos". El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, intentó ayer, una vez más, despejar las crecientes dudas que tienen los mercados sobre la agobiante situación financiera que afronta el Gobierno griego.
Rehn respaldó al Ejecutivo heleno por "el largo camino recorrido en las dos últimas semanas" para cumplir con las exigencias de Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI). Y corroboró que el acuerdo para desbloquear otro tramo del crédito acordado (unos 6.000 millones de euros), que debe cerrarse la próxima semana, está maduro.
En su discurso en el Peterson Institute de Washington, antes de incorporarse a la asamblea anual del FMI, Rehn insistió en que la UE "no va a abandonar a Grecia". Y alertó sobre las consecuencias de que el Gobierno griego no logre la financiación suficiente para pagar sus compromisos. "Eso causaría un daño enorme, económico y social, no solo a Grecia, sino también al conjunto de la UE, y de forma secundaria, para la economía mundial".
Huelga de transportes
Por el momento, el último paso que ha dado Grecia en ese "largo camino" para obtener el visto bueno de la troika acreedora consistió en la aprobación hace dos días de un nuevo paquete de medidas de ajuste. Los recortes constituyen una condición indispensable para que el país siga recibiendo ayuda financiera, y permiten a dirigentes como Olli Rehn pedir calma y confianza a los mercados. La otra cara es la de aquellos ciudadanos que padecerán esos recortes, cuyo campo de acción no es el Parlamento, sino la calle.
Una huelga en los transportes públicos a la que se sumaron a última hora los taxistas bloqueó ayer el centro de Atenas. Las revueltas que empezaron desde altas horas de la madrugada obligaron a cortar los accesos a la plaza Sintagma, epicentro de las protestas contra los duros recortes del Gobierno de Yorgos Papandreu.
Estas protestas, que sirven de precalentamiento ante las huelgas generales convocadas por los dos principales sindicatos del país para el 5 y el 19 de octubre, coincidieron además con un paro de los controladores aéreos, lo que provocó retrasos y cancelaciones en las conexiones por aire con el extranjero.
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