"La serie es algo más que sexo duro con vampiros y hombres lobo"

Una cosa está clara en True blood: la sangre está servida. Y el sexo. La cuarta temporada, que ya emite Canal + los lunes (22.00) no iba a ser diferente de una serie que, desde su estreno, casi triplica su audiencia en Estados Unidos: de los cerca de cinco millones de espectadores iniciales a los 13 millones actuales y subiendo. El temor de su creador, Alan Ball (A dos metros bajo tierra) es cómo mantener la curva ascendente, un problema inexistente cuando se trata de una ficción inspirada en las novelas Charlaine Harris, con una nueva camada de hombres lobo, mujeres pantera, una población que cambia de forma, y brujas de La Rioja (España), de los tiempos de la Inquisición, que encuentran su camino hasta esta aparentemente tranquila localidad de Luisiana (EE UU) que es Bon Temps. Todo esto además de la ración habitual de vampiros a cual más sexy, su sangre sintética y sus ménage à trois ¡Es duro ser Sookie, siempre en medio de esta locura! Pero a Anna Paquin su papel no le da pena alguna, aunque Stephen Moyer, el vampiro Bill en la ficción -su esposo en la vida real-, tiene el corazón y la boca, más grande.

"La audiencia ya es equiparable a 'Sexo en Nueva York', señala Moyer

Pregunta. ¿Cuál es la mayor sorpresa de esta temporada?

Anna Paquin. He leído los libros, así que nada me sorprende. Pero cuando veo la serie me deja con la boca abierta por la manera en la que se suceden las cosas. Especialmente en estas entregas, con la que se organiza entre mi personaje, Sookie, y Erik (Alexander Skarsgard).

P. Por muy acostumbrada que esté a las escenas de sexo en este rodaje tiene que ser incómodo verlo junto a su marido.

A. P. ¡Hasta luego cariño! ¡Qué te vaya bien el sexo con Alex! (risas) No negaré que es raro, pero a estas alturas nada es normal. ¡Y no es más raro que posar desnuda para la portada de Rolling Stone o que se pasen el día tirándote cubos de sangre! Hace tiempo que rompí el hielo en esta serie.

Stephen Moyer. Anna y yo nos conocimos en el plató y en estos cuatro años hemos crecido juntos y hasta nos hemos casado. El estudio es cómo una extensión de nuestro hogar y lo único que cambia este curso es que, como Sookie y Bill están más distanciados, muchos días que ella rueda yo me quedo en casa. Hay días que te sientes más seguro y otros que se te pasan las preguntas que se le pasarían a cualquiera por la cabeza. Afortunadamente todos somos actores y sabemos lo que es esto.

P. ¿Y cómo han cambiado las cosas para el vampiro Bill?

S. M. Está perdido sin Sookie. Al no tener nada que perder reta a la reina y gana. Ahora es el rey de los vampiros aunque los humanos sólo le ven como un gran benefactor. Él intenta ser la cara humana de los vampiros, aunque le tocan algunas decisiones difíciles. Lo bueno de esta temporada es que comienza un año más tarde del momento en el que concluyó la anterior. ¡Las tres primeras temporadas pasaban en dos meses y medio! El cambio nos viene muy bien para dar la sensación de que han podido ocurrir muchas cosas en Bon Temps.

P. Es fácil achacar el éxito de True blood al sexo, pero actualmente, al igual que la violencia, es un lugar común en muchas series y no todas triunfan.

A. P.La serie es algo más que sexo con vampiros y hombres lobo desnudos. Habla de intolerancia, racismo, discriminación, aceptación, drogadicción. ¡Eso además de animar a los espectadores a mejorar su vida sexual!

S. M. Ahora contamos con una audiencia equiparable a la que tuvo Sexo en Nueva York y muy cercana a Los Sopranos y, si no estamos entre los diez primeros, es porque vivimos en una era en la que las series dramáticas se ven aplastadas por los realities y los concursos. Pero nuestra audiencia es voraz y no deja de sorprenderme su variedad. Al principio pensé que estaba dirigida a los adolescentes, pero más del 35% del público sobrepasa los 55 años.

P. True blood ya es parte de la cultura popular. ¿Están muy al tanto de las modas?

A. P. Siempre tengo la sensación de enterarme de todo unos cuantos años más tarde. Tampoco tengo tanto tiempo libre y el que me queda no lo empleo en estar a la última. Debo de ser la última persona en leer la serie Millennium, pero estoy totalmente enganchada. ¡Esos suecos!