La tarde de Luis García

Hay futbolistas que no mudan la piel cuando cambian de camiseta. Luis García siempre fue un delantero irreductible en los distintos equipos en los que jugó desde que partió del Madrid. El asturiano caló tan hondo en el Espanyol que incluso era su capitán cuando hace quince días abandonó Cornellà. Ayer, ya con la zamarra del Zaragoza, no tuvo misericordia con sus excompañeros blanquiazules. A sus 30 años, mantiene su vena competitiva y, en situaciones límite o de máxima exigencia, es el peor enemigo. El partido fue un diálogo entre Luis García, auxiliado por las entradas desde las bandas de Lafita, y el Espanyol. Venció el delantero porque marcó los dos goles de su equipo, el último en el descuento, después que Cristian le parara un penalti que provocó la expulsión de Javi López (m.86).

Al Espanyol, superior en el juego, le condenaron las acciones episódicas que precisamente le dieron el domingo la victoria ante el Athletic. No tuvo suerte con la lesión de Verdú; encajó dos goles reprobables porque fue superado en el cuerpo a cuerpo en las áreas, una suerte que se supone domina por su juego viril; y tampoco ayudaron los cambios de Pochettino. Javi Márquez y Alvarito, dos futbolistas interesantes, fueron nuevamente señalados por el técnico. No gana el Espanyol un encuentro en cancha ajena desde enero, en casa del Getafe. Ayer ni siquiera le alcanzó con un gol de Javi Lopez en un centro bien atacado por Sergio García y mal defendido por la zaga de Roberto. Acaso el debut de Weiss, punzante y dinámico, fue la mejor noticia para el desmoralizado Espanyol, muchas veces acomplejado fuera de Cornellà.

No funcionó el Zaragoza como equipo, especulador y defensivo desde que se encontró con el primer gol de Luis García, que cabeceó de forma picada un centro del incisivo Lafita. No le interesó la pelota y cedió la cancha. Respondió bien el Espanyol después del descanso y por fútbol tenía bien ganado el empate. Tuvo más fútbol que su rival, llegada y hasta remate por la agresividad de Sergio García. Justo cuando tenía el partido de su parte, después del empate, concedió un penalti en una acción aislada cuando faltaban cuatro minutos para el final. Apareció entonces la figura del arquero argentino Cristian, que le sacó el tiro a Luis García, y las apuestas coincidían en que se imponían las tablas. Ocurre que Luis García no se vence hasta que pita el árbitro y en la prolongación firmó la victoria con un balón centrado por Lafita y no despejado por la zaga blanquiazul. El asturiano, seco el año pasado, se reencontró con el gol justamente la tarde en que se vio frente a su querido Espanyol.