Culpa
"No vienen por mí, vienen por el PP", gritaba el alcalde de Alhaurín el Grande (Málaga), Juan Martín Serón, al ser detenido por la policía por el caso Troya, por el que se investigaba un caso de posible corrupción urbanística en el seno de su Ayuntamiento. Por este asunto, esta semana, se sienta en el banquillo de la Audiencia Provincial, junto con el que fuera concejal de Urbanismo, Gregorio Guerra, dos funcionarios, que eran asesores jurídicos, y 16 empresarios. La fiscalía solicita para el primer edil penas de cuatro años de prisión y 19 años de inhabilitación para cargo público al acusar al regidor de los delitos de prevaricación omisiva y de cohecho pasivo. Por su parte, la defensa del regidor alega indefensión y apela a su completa inocencia por considerar incierta su participación en los hechos que se juzgan, una supuesta trama que, según el relato de la acusación, no tenía más objeto que el enriquecimiento personal ilícito de ciertas autoridades municipales y que consistía en ofrecer la posibilidad de obtener mayor edificabilidad a cambio de retribución.
Ahora los tribunales tienen la palabra, ya que, hasta este momento, quien la ha tenido ha sido la clase política: unos, para pedir la inmediata destitución de Martín Serón, dada su implicación en este asunto, y otros, respaldándolo al máximo. Tanto es así, que no solo no ha sufrido deterioro alguno en su posición política sino que, además, ha contado desde entonces con un claro y rotundo apoyo ciudadano revalidando, incluso, su mayoría absoluta en el pueblo. Tampoco su imputación ha supuesto menoscabo alguno entre los suyos. Desde el primer momento tuvo el aliento y empuje de la dirección de su partido, con su presidente regional, Javier Arenas, a la cabeza. Por eso se puede asegurar que en este lamentable episodio algunos han actuado de forma coherente con esa exclamación que lanzara cuando era apresado por los agentes: no se trataba de una cuestión de irregularidades sino, más bien, de un ataque en toda regla al propio partido. Tanto que a raíz de este y otros casos, se desplegaba una dura ofensiva contra la policía judicial y la fiscalía, estamentos a los que se les ha descalificado gravemente tachándolos de parcialidad en favor de los intereses del PSOE, duras descalificaciones, que han resultado, por cierto, totalmente gratis para sus autores.
Desde el inicio, este jueves, del juicio, Serón tendrá, por tanto, el alivio y consuelo de los suyos haciéndole más llevadero el siempre duro trance del banquillo. Una inquebrantable adhesión que muy probablemente se mantendría intacta en el hipotético caso de que resultara condenado a la espera de una sentencia firme. Y si fuera absuelto, directamente al cielo. Mientras, dos rotundas soluciones absolutorias firmes de, nada más y nada menos, que el Tribunal Supremo a favor de Manuel Chaves no sirven para que, al menos, le levanten la duda de la culpa.
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