_
_
_
_
Reportaje:

Joaquín Costa, más que una calle

Una exposición en la Biblioteca Nacional y una serie de conferencias en el Ateneo conmemoran el centenario de la muerte del pensador aragonés

Patricia Ortega Dolz

Dice Ignacio Peiró Martín, profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, que de Joaquín Costa (Huesca, 1846-1911) en Madrid "se sabe que es el nombre de una calle y de un colegio y poco más". Lo decía ayer, mientras recorría la exposición Joaquín Costa. El fabricante de ideas, que se abre hoy al público en la Biblioteca Nacional y de la que él es comisario junto al periodista Rafael Bardají Pérez.

El motivo de esta muestra, junto a las numerosas conferencias que se han sucedido y que concluyen hoy en el Ateneo de Madrid -con la conferencia Del folclore a la política: Joaquín Costa: Tratado de política sacado textualmente del refranero, a cargo de Isabel Alfonso-, es que se cumplen cien años de la muerte de este pensador y activista político del siglo XIX. Y son precisamente esos dos sitios, la Biblioteca Nacional y el Ateneo, los que conformaron su paisaje durante su madurez.

El historiador fue muy activo en la defensa de reformas políticas

Lo de los paisajes no es un asunto baladí, en opinión de Peiró Martín. De hecho, la exposición arranca con aquellos (Graus, Ayerbe, los Mallos de Riglos, las orillas del Ésera, Zaragoza, Madrid...) "que configuraron a la persona y al personaje" que fue Joaquín Costa. Un tipo en permanente ebullición, "un hombre cabreado con el sistema con un honesto afán por transformar el país con una visión muy europea", añade Bardají.

"Lo primero que España necesita es mudar de cabeza: cuestión de pedagogía intensiva, de nutrición abundante y de selección", es una de las más famosas frases de Costa que aparece reflejada en la exposición. Porque en su avidez de estudio y en su casi compulsiva producción escrita ("dejaba constancia de todas sus impresiones") Costa era un ferviente defensor de la escuela pública, abierta y sin dogmas, como buen miembro de la Institución Libre de Enseñanza que fue cuando en la España de la Restauración había cerca de un 80% de población analfabeta. Fue quizá uno de los primeros ecologistas, defensor acérrimo de las políticas hidráulicas y precursor del colectivismo agrario. Un crítico despiadado de la corrupción política: desde el Ateneo, Costa realizó su gran encuesta, con la colaboración de muchas grandes figuras de la cultura y la sociedad españolas (de Miguel de Unamuno a Emilia Pardo Bazán), para redactar uno de sus títulos clásicos: Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla (1901), una tremenda e informada denuncia de la corrupción del sistema político canovista que supuso la marginación de Costa de los centros políticos del sistema. Y fue también un exportador e importador de conocimientos, sin ir más lejos se trajo de París los planos de la primera bicicleta que se fabricaría en España, concretamente en Zaragoza...

"Si Costa levantara la cabeza, probablemente se sentiría orgulloso de lo que ha avanzado el país, aunque inmediatamente después haría una lectura culpatoria de la situación actual y responsabilizaría a los políticos e, inmediatamente, pasaría a la acción, tendría su programa pero probablemente no tendría un partido político que lo refrendara", comenta Peiró. De hecho, ya en 1903, posiblemente resignado porque nunca conseguiría organizar un partido de intelectuales, se presentó a las elecciones con los republicanos (Unión Republicana), y consiguió un acta de diputado. Hay quienes, como Bardají, dicen que "la rechazó, en un gesto radical de crítica al sistema". Y otros que entienden que la enfermedad esclerótica que le atenazó desde los 21 años le impidió ocupar el escaño. Historiadores tiene la historia.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pero lo que se trasluce a través de las voces de los comisarios de esta muestra, que permanecerá abierta hasta el mes de noviembre, es que hoy Joaquín Costa sería una especie de indignado culto y cultivado. "Y estaría conectado a todas las redes sociales para empaparse del sentir social y plantear sus iniciativas de cambio", comenta Bardají.

En primer término, el retrato de Joaquín Costa en una de las salas del Ateneo de Madrid.
En primer término, el retrato de Joaquín Costa en una de las salas del Ateneo de Madrid.LUIS SEVILLANO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_