Vettel prepara la estocada
El alemán logra la primera 'pole' de Red Bull en el circuito de Monza, el jardín de Ferrari, por delante de Hamilton, Button y Alonso
Cuando una escudería de fórmula 1 va tan sobrada como ahora ocurre con Red Bull, que circula embalada hacia la consecución del segundo doblete de su historia en el Mundial, puede dedicarse a objetivos relativamente menores que no hacen más que aumentar su satisfacción y, al tiempo, desesperar a la competencia.
Monza viene a ser el jardín de Ferrari, que tiene su cuartel general de Maranello a menos de dos horas en coche del circuito, y que emplea el Gran Premio de Italia para poner en práctica sus artes de seducción, que son muchas. Resulta que esta pista era algo así como una bestia negra para Red Bull, que nunca había logrado aquí nada destacable: ni una victoria, ni un podio, ni siquiera una pole o una vuelta rápida.
El perfil del trazado italiano favorece más que ningún otro la velocidad pura de los monoplazas, a la vez que penaliza los prototipos que basan todo su potencial en la aerodinámica. Así había sido tradicionalmente hasta que Sebastian Vettel emergió ayer y puso todas las teorías patas arriba al apuntarse su décima pole del curso y la 13ª para Red Bull, que no se ha dejado ninguna por el camino. El campeón alemán arrancará el primero otra vez (14.00, La Sexta y televisiones autonómicas). A su lado lo hará Lewis Hamilton mientras Jenson Button, tercero, tratará de cerrar el paso a Fernando Alonso, cuarto.
Con el título en el bolsillo, Red Bull y, especialmente, Adrian Newey, han preparado esta cita a conciencia con la intención de que Vettel dé la estocada definitiva a Ferrari de la forma más cruel. Los diseños del ingeniero británico son obras de arte a nivel aerodinámico, un aspecto que en Monza es mucho menos decisivo que en otros escenarios. Newey y su tropa han optado por convertir el RB7 en un cohete en las frenadas y las curvas a costa de perder velocidad punta en las rectas, un razonamiento amparado en un dato hasta cierto punto paradójico: de los 24 bólidos que tomaron parte en la sesión cronometrada, el que consiguió la pole fue el que exhibió una punta más lenta (327,7 kilómetros por hora), 22 menos que Sergio Pérez, que fue el más rápido de todos (349,2). Esa diferencia tan bestial solo puede explicarse a partir del deseo de Red Bull de que así fuera. Lo que hicieron los técnicos de Vettel fue configurar en su coche una sexta y una séptima marchas mucho más cortas que las de sus rivales para ganar en aceleración, un parámetro importantísimo al afrontar a toda castaña la salida de las curvas.
La del líder del Mundial fue una apuesta de riesgo porque, de alguna manera, limitó la velocidad máxima de su bólido, convencido como estaba de que lograría colocarse el primero en la parrilla de salida y que, a menos que le adelanten en la primera curva, tampoco podrá beneficiarse del alerón trasero móvil. "Hemos estado trabajando mucho en el monoplaza para adaptarlo a un circuito que, tradicionalmente, no se nos ha dado demasiado bien. Estoy encantado con este resultado", deslizó Vettel, visiblemente satisfecho.
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